43. Present Party.


Llegó un momento en mi vida, en el que las crisis acudían a mi sin ton ni son. Fue entonces cuando me di cuenta de que no solo era adicto al psicoanálisis, si no que mi vida giraba entorno a una mentira.
La filosofía rosada, me exigía plena entrega. Y yo lejos de ser un chico de mente vacía, me estaba transformando en un personaje creepy y lejano al color rosa. Aunque de puertas para fuera era una mezcla entre rosa chicle y fucsia flúor. Y es que incluso para un falso rosado como yo, hay partes del credo de la purpurina que nunca deben pasarse por alto.

Hasta el chico mas rosa de los chicos de color rosados, saben que por ética y moral interna, hay cosas que bajo ninguna circunstancia deben hacerse. Otra cosa es presenciarlas y expandirlas cual Mesías de la Purpurina, sobre eso no hay nada escrito. Aunque para ganar tiempo, y evitarme reproches posteriores, puedo decir que los chicos rosados estamos dotados de conciencia propia. Aunque a veces esta se encuentre ausente y de origen a situaciones dignas de estudios psicoterapéuticos.

Todo empezó cuando estaba viviendo una mala temporada personal. Por si no fuera poco, con tener que vivir de color gris en mi intimidad, y hacer ver que no pasaba nada en sociedad, recibí una invitación para una fiesta de cumpleaños.

Sintiéndolo mucho, odie con todas mis fuerzas a esa persona. ¿Por qué yo estaba tan mal, y había desconsiderados que solo pensaban en sus onomásticas? No me apetecía ir en absoluto. Pero como ya hacia media hora que odiaba a una tarjeta de cartón, decidí que aún me daba más pereza escribir una nota de disculpas para que perdonasen mi ausencia.
Me puse mi trench transparente, y cogí el paraguas más grande que tenia. Siempre he pensado que a pesar de odiar la lluvia, si voy protegido por el print Burberry la lluvia es apenas BSO.

Al llegar al Corte Ingles, mi cuerpo se inundo de un sentimiento conocido. Esa sensación de estar rodeado de cosas que adoras. Pero que curiosamente nunca nadie te las regala. ¿Porque tenia que ser bueno con los demás entonces? Fue entonces cuando mi crisis existencial vio un poco de luz.

No estaba dispuesto a ir a una fiesta de cumpleaños donde acabaría vomitando alcohol importado dentro del armario de las sabanas y la ropa blanca.
Una idea rocambolesca vino a mi mente. Y aunque ya de por si suelo tener épocas malvadas, incluso a mi me pareció una idea pretenciosa y de efectos secundarios notables.

Ver todos esos objetos de codicia despertó en mí la idea de organizar mi propia fiesta bajo el leitmotiv de necesidad.
Organizar una fiesta donde los invitados me regalaran lo que mas ‘necesitaba’ bajo el disfraz de la codicia y el trastorno mental.
Dejé a la dependienta con un regalo mediocre a medio envolver. Y me fui a casa. Cuanto tuve en una lista los nombres de mis 20 íntimos mas directos les llame invitándolos a la que bautice como Present Party.
Todos dijeron que si menos uno. Que me acusó de interesado, y al que respondí que si quería una PP hubiera pensado antes la idea. Tras borrar el número de ese indeseable, me puse manos a la obra. Aquí no importaba pasarlo bien o no. Tan solo importaba que los regalos fueran caros y exclusivos.
Mi papel era fundamental. Sonreír, abrir y hacer cara de sorpresa. Hasta que el ultimo invitado se vaya por la puerta, y entonces puedas dormir abrazado a tus nuevos gadgets, fulares y bolsos nuevos.
El único miedo que podía invadirme, era el que pudiera haber algún regalo repetido, o un regalo costara menos de dos ceros.

Mientras me peinaba no podía evitar sentirme deseado. Por suerte tengo pastillas hasta para estos momentos de confusión mental y estados febriles. El timbre ya sonaba. Y los invitados iban llenando el salón.
Al bajar las escaleras todos aplaudieron. Cosa que agradecí, a pesar de estar ocupado mirando que todo el mundo viniera con regalo. Todos venían con pequeños paquetes. Perfecto, ya sabía por experiencia que en grandes cajas solo venían termomix y chismes inútiles que nunca usaría, y que aunque quisiera hacer, sus libretos de instrucciones eran pequeñas Biblias.
Como buen anfitrión dispuse una mesa para que pudieran exhibirse los regalos, y de paso compitieran entre ellos para ver cual era el más caro. Pronto se mirarían mal lamentándose de no haber sido ellos, los que trajeran el regalo de otro.
La merienda iba progresando, pero todos ellos estaban más ocupados de sus teléfonos que de mi fiesta. Algo me hacia sospechar que algo malo iba a pasar.
Me sentía intranquilo. Había sido demasiado fácil. Jamás hubiese asistido a una fiesta donde solo se requería mi presencia por el regalo. Pero era la moral, la que siempre me hacia ir por el mal camino, así que decidí hacer lo que mejor se me da. Abrir regalos y sonreír. Era aberrante que me sintiera mal en la primera edición de la Present Party.
A cada regalo que abría, me sentía un poco más rastrero por dentro. Por suerte o por desgracia pronto vino mi abuela. Y me dijo que alguien quería hablar conmigo, pero que no quería pasar.

Allí, en el umbral de mi puerta estaba mi amigo. El que si celebraba un cumpleaños, pero que se había quedado sin invitados ni amigos porque todos estaban en mi salón.

-Siempre había pensado que cumplías los años en Febrero.
-¿Lo dices por eso? Tan solo es un piscolabis entre amigos.
-Nuestros amigos
-¿Y que son los amigos, si no mercancía emocional?
-¿Porque no me has invitado a tu fiesta?
-Veras, es que…
-Claro, no me consideras tu amigo.
-No es eso. Es que en realidad esta es tu fiesta sorpresa.
-¿Y porque no la has organizado en mi casa?
-A todo le llamas casa. Esa buhardilla fea y deprimente no es para hacer una buena fiesta.
-Todos ellos han venido a mi casa fea y deprimente.
-Pues eso se acabó. Con todos los regalos que te han traído va a deslumbrar.
-No hago fiestas para los regalos Yo.
-Claro claro, yo tampoco.

Y le deje pasar a mi comedor, donde todo el mundo confundido vio como se les traspasaba de anfitrión. Por suerte el alcohol hizo que nadie hiciera muchas preguntas.
Aunque no todo el mundo lo paso igual de bien. Perdí un montón de regalos de edición limitada, que él nunca sabría apreciar. Y a pesar de que la moraleja tendría que hablar de que no perdí un amigo, me dieron ganas de ahogarle cuando me dijo bajito que esos regalos le parecían bastante pretenciosos y que no iban en absoluto con su personalidad.

1 comentario:

Pueblerino Cool dijo...

Nene, pobre amigo tuyo. Debes dejar a un lado tu consumismo y tu afán por las cosas materiales. De todas formas demostraste que tienes conciencia y le cediste todos esos regalos carísimos aunque fueran pensados para ti. Al menos no fastidiaste su cumpleaños. Si al final todos, aunque se nos ocurran cosas malvadas, tenemos nuestro corazoncito :)

¡Un besote!