55. Semen sudor y mentiras.

Barcelona crecía de manera rápida. Los dimes y diretes eran constantes y se veían volcados en noticias de que amigos llegaban a las mano y no por una polla de 20 centímetros.

¿A que limites estabán llegando los homosexuales libertinos y superficiales? ¿Era la frivolidad contemporánea la culpable de ese declive del Lifestyle rosado?

El decoro estaba totalmente obsoleto. Siendo de antaño el sentarse a hablar para solucionar diferencias entre ambos lados. Nunca fue un secreto que cuando un chico rosa se enfadaba automáticamente emprendía una campaña para desprestigiar a su rival. Pero ahora contemplábamos como una vorágine de trapos sucios salían a la luz con una única finalidad; Hacer fatua publicidad al capitán del equipo rival.

Los asistentes a ese mal rollo nos veíamos obligados a posicionarnos de manera (casi) inmediata. Sentado en el front Row de la vida no me quedaba otra que odiar a Gustavo en silencio y adorar a Ricochet en secreto.

Mi falso tonteo con Saúl corrió deprisa por la ciudad condal. Fui yo mismo quien alimente con paciencia dicho rumor para después hacer cara de humillado al recibirlo de nuevo.
Un efecto boomerang para algo escandaloso y que ponía en peligro un romance con vistas al matrimonio.

Con el barrio del Borne como testigo mudo de la tragedia anunciada. Cuando lo marginal era cubierto por la capa del underground, cuando algo era rezado como el soho de una ciudad se tenia que estrenar por todo lo alto ¿Y que mejor que mi ruptura para bautizarlo? La gente allí presenta ignoraban de cara a la galería lo que iba a pasar pocos minutos después, pero todo el mundo había dado cobijo y rapidez para que eso sucediera y ellos pudieran verlo desde cerca.

A un lado del ring Gustavo. Dolido y preocupado porque fuera una broma pesada del destino. Ignorante de que quien no tenía plaza en mi destino era él.

Al otro lado me encontraba Yo. Desorientado y más seguro de mi mismo que nunca. Con la contrariedad de que el publiCo asistente quería una pelea titánica. Algo parecido a Godzila con su contrincante, rompiendo a su paso todo el material urbano de un Tokyo aterrado.

Por suerte Gustavo solo vino con la cabeza baja y un semblante demasiado serio. Me dijo que todo había terminado y se fue. Y no fue hasta entonces que me sentí culpable por haber defraudado a todos aquellos chicos rosas que habían difundido y magnificado solo por cuatro besos mal dados con Saúl.

Cuando ya nadie vio más interés me quede a solas con Ricochet. Este me tranquilizo dándome a entender que él si tenía confianza ciega en mí. Evitando las lágrimas de rabia en mis ojos respire profundo.

-¿Últimamente los chicos están muy revolucionados no?
-La verdad es que no tengo mucho trato con ellos, pero se comportan como verdaderas lesbianas…
-Si te digo la verdad a veces pienso que los gays que vienen no han aprendido nada. Creo que quizás no tienen alicientes que les ayuden a luchar.
-Asúmelo Toni. A estos críos les hablas de ti y dicen – ¿Toni que?
-Especialmente no me gustan los adolescentes en plena fase de hormonas
-¡Dicen que a esa edad son muy pero que muy fogosos!
-¿Y para que quieres ayudar a masturbarse a un adolescente tu?
-Tú ya no estás prometido y te prometo que quien lo prueba repite.
-Pero si a esa edad no están ni formados de cuerpo
-Pero van cachondos todo el día!
-Bueno, algo en común ya tenéis.

Una risa general me reconfortó brevemente. Pero fue una risa de puro decoro. Despues de ver que había arruinado mi relación gracias a un montón de maricas malas sentí verdadera vergüenza ajena.
Simplemente no me reconocía. ¿Que quedaba de ese chico que adoraba a Divine en Pink flamingo? ¿Ese chico que sabia de carrerilla los diálogos de desayuno con diamantes, o que cantaba Rupaul delante del espejo con un cepillo a modo de micrófono?

Algo muy dentro de mí me advertía que ya era mayorcito para seguir al lado de Ricochet. Imperaba la ley del rumor más fuerte. Lejos quedaba ese mítico –Tu has dicho que él me ha dicho- Los tiempos cambiaban para todo el mundo. Ahora era yo el que se sentía incomodo cuando veía a homosexuales de 16 años masturbando a sus novios a las salidas de las discotecas de tarde.

Tal vez mi papel en sociedad había terminado. Cuando todo era permitido, cuando el placer de escandalizar era simple y pura vulgaridad. Nadie usaba condón ni tenían amistades de otras razas porque no creen que alguien no europeo pueda pagar la entrada al último club de moda.

54. Soluciones drásticas.


El sueño de todo pobre niño rico (incluido yo) era el de meterse en líos dignos de la gente de Extrarradio. Algo tan simple como escandalizar a un entorno conservador y ver con orgullo como en las calles donde antes nadie llamaba la atención se van convirtiendo a tu paso en calles de escándalo gratuito.

Eso es precisamente lo que sucedió cuando mi entorno se entero de que
Gustavo me había pedido matrimonio. Con solo 22 años era la segunda vez que me prometía. Y al igual que la primera mi mente estaba dispuesta a echarse atrás en el último momento.
Mirando atrás ni las malas amistades, los novios macarras ni mis altercados policiales con finales de trabajos sociales y clases de conducta urbana podían hacer sombra a casarme con un chico de origen humilde.

Cuando uno vive en sociedad siempre es testigo mudo de historias escandalosas. Un alto ejecutivo se enamora de una sirvienta y se fugan dejándolo todo atrás. La esposa de un cirujano es encontrada tirada en su jardín con una sobredosis de barbitúricos en sangre. Pequeños dramas contemporáneos que hacían la vida de alto standing un poco mas humana.
En varias ocasiones familias pudientes de la ciudad condal trataban en voz alta las preocupaciones por conseguir hijos modélicos. Y es que todas esas familias pagarían por tener descendencia que diga que si a todo, y se alejen de la vida mas plebeya.

Lejano a todo eso me encontraba yo. Mientras
Gustavo me esperaba en la cama yo me peinaba delante del espejo. Sin sentirme culpable por tener un pelo y una sonrisa brillante. Mientras fuera en la calle lo único brillante que verían los sin techo eran las estrellas en el cielo. Dos realidades antagónicas que convivían bajo un mismo espacio tiempo.


Mientras yo me divertía vaciando botellas de Martini, mi abuela vaciaba sus ojos de lagrimas, viendo como su nieto se convertía paulatinamente en un muñeco roto por tanto desbordamiento material. Podía vivir sin crédito. Y me sentía confuso al ver que mi vida no correspondía a la que mis padres y abuelos habían pre diseñado para mi. Gustavo vivía ajeno a mis preocupaciones. Él solo soñaba con pasar el resto de mi vida conmigo. Mientras yo buscaba mentalmente el número de mi decorador emocional.

Sentado en el despacho de mi terapeuta no podía evitar llorar por idioteces. Lejanos a esas lágrimas vivían esas personas que veían con impotencia como el banco les embargaba su vivienda y de paso cargaban a un camión todos sus sueños ya rotos.

Mi terapeuta fue claro y conciso.

-A menudo las situaciones que forman nuestra personalidad no suelen ser de nuestro agrado.

Aún más lejano a esa explicación me encontraba yo; Sintiéndome estúpidamente superficial. ¿De que me serviría ser guapo o nacer con suerte en la vida si acabaría el resto de mis días sentado en un tocador y deseando que algo emocionante me sucediera para contárselo a mis 200 amigos mas íntimos?

Cuando mi terapeuta me pregunto que pensaba de prometerme por segunda vez fui claro;

-No hace falta ser muy listo para saber que los tiempos se han modificado en función de la gente rica. Si antes las adolescentes tenían que aspirar a que sus padres les encontraran el candidato perfecto, ahora solo importa que al tío que te folles a escondidas de tu padre tenga un coche tunning de última generación.
-¿Piensas entonces que las relaciones con el extrarradio son a menudo muy mal vistas por la burguesía?
-Mi mejor amigo viste con ropa 5 veces mas cara que el coche tunning del chico con el que folla (a escondidas de su padre) todas las noches cuando en su casa creen que está perfeccionando su acento chino.
-Claro está que Ricochet tiene buen gusto por la ropa.
-Y no solo eso, puede permitirse vivir sin saber en que día estamos solo porque su ropa esta programada en función a los eventos a los que tiene que asistir.
-¿Pero Ricochet siente algo emocional hacía ese chico de extrarradio?
- A Ricochet no le importa pagar las letras del coche tunning con tal que este la haga sentir un cerdo en la cama.
-¿Y a ti te interesa ser como tu mejor amigo en esta vida?
-Yo no tengo tanto dinero como él. Pero conozco esa sensación de no tener que levantarme temprano y vivir en una nube de lujo y exceso crónico con la única intención de ir a mis 5 clases semanales de interpretación con la esperanza de actuar en la serie de moda.
-Comprenderás entonces que la admiración que levantas en tu entorno sea efímera.
-Si por mi fuera esnifaría diamantes machacados usando como canuto un billete de 500 euros. Pero ese exceso irreal solo seria exhibición gratuita de lo que no hay en mi casa.
-Quiero que me cuentes con sinceridad que vas a hacer con tu vida cuando le digas a Gustavo que te casas.
-Llevo 22 años viviendo como única profesión. Y sinceramente no me preocupa valer o no para algo. Soy consciente de que tengo talento. Pero no me preocupa tener o no dinero. Prefiero vivir evitando la doble moral o el libertinaje ajeno.
-No te importa el dinero, pero estarás de acuerdo conmigo que has tenido que sacrificar algunas cosas que para ti eran imprescindibles ahora que no dispones de dinero.
-Los más puristas se han alejado de mi lado. Y lo entiendo. No les interesa dejarse ver al lado de alguien que no puede pagarse la entrada a un club de la zona alta.
-¿Y los seguirías considerando amigos?
-No todo es tan feo ni tan malo en esta vida. A nadie le interesa arrastrar a alguien sin recursos.
-Gustavo no los tiene y pretende arrastrarte a ti con él.
-Eso es porque ha probado la otra parte de la vida. Durante años fue un marginado que iba a pie a su colegio público. Ahora sabe lo que es ser conocido y admitido.
-Antoni. Sabes que tengo por norma no involucrarme más de la cuenta con mis pacientes.
-¿Pero?
-Pero son muchos años siendo tu terapeuta y no puedo morderme más la lengua.
-Hable claro entonces.
-Al igual que en tu primer intento de matrimonio me doy cuenta de que pretendes sub sanar errores del pasado cargando encima de tu espalda una responsabilidad que no podrás atender en estos momentos.
-No pretendo casarme con Gustavo.
-Pues entonces habla claro con él. Dile que No. No hagas de Gustavo otro Eduardo. No quieras que esos daños colaterales arruinen una parte de tu vida. No lo uses como otro drama más a tu currículo emocional No…

Había entendido su mensaje. Solo necesitaba un plan magistral. Y no necesitaba pensar mucho para saber donde encontrar esa ayuda maligna. Me cité con Ricochet pidiéndole que viniera con su chico tunning a la cita.

Delante de mi un chico de polígono con testosterona por un tubo. Y en mi mente la idea de destrozar un matrimonio aún no concebido. Mi relación con Gustavo tenía un deje de Romance Maldito. Y acostándome con ese garrulo tendría encima de la mesa la excusa vital para terminar con esa tragicomedia.