60. Arte y ensayo.


Según los cuentos clásicos cuando alguien de la plebe era tocado por una varita mágica podía llegar a acceder a la Jet al momento, pasar de barrer sin estar asegurada para una madrastra malvada a sentarse en el trono y governar junto a un príncipe afeminado.
Por suerte vivimos dominados por los cambios de estilismo de Madonna y no siendo suficiente con ver como vendemos por fascículos nuestra personalidad a menudo sabemos del cierto que otros van a la deriva pero nos es mucho mas fácil mirar a otro lado.
Eso es precisamente lo que hice cuando una pareja de la que yo forme parte en un pasado no muy lejano entro en crisis. Mirar a otro lado siendo consciente de que si me unía a ellos me hundiría para no volver a reflotar en la vida.


Todo vino cuando con el tiempo Bruno termino saliendo con el chico perfecto. Siendo los dos una pareja entrada en la treintena, sensatos y con ganas de hacer bien las cosas. Sin una posición frente a pasados por separado. Como si la vida hubiese empezado para ambos el mismo día que se besaron en el McDonald’s de Via Laietana.
El problema que les separaba era de momento una ligera línea, solo percibida por alguien trastornado como yo. Sus respectivos empleos causaban (en silencio) el rechazo del otro, y eso se iba acumulando de manera paulatina a la espera de una tontería que lo hiciera estallar.

Un secreto a voces que mi filosofía de lucir un Amazona transparente y caminar por la calle modelando estaba obsoleta, pero era esa la que el novio perfecto de Bruno había gastado durante mucho tiempo. Ahora mas conocido como una marica arrepentida, capaz de negar cualquier pasado cercano al rosa solo por contentar y no perder al amor de su vida. Y es que si algo tenía Bruno cuando estaba atrapado por las redes del amor era realismo absoluto. Nunca hacia planes mas allá de un pasado mañana. La comunicación la utilizaba a diario para evitar malos entendidos y no gastaba celosía ya que cuando salía con alguien ese alguien y el se convertían en una misma persona.
Asfixiante si mas no en una Barcelona que llegaba a finales de Septiembre. Después de un verano caluroso en el que no se habían dejado de la mano ni a sol ni a sombra. Pero como siempre hay un Pero en todas partes en esta historia no fue menos.

Teo trabajaba en el departamento de moda de Pedro del Hierro. Ganando no solo un buen sueldo si no siendo sinónimo de la palabra impecable. Por sus exigencias laborales viajaba, sabía idiomas, siempre olía bien y era culto y respetado por sus semejantes. Por el contrario Bruno trabajaba en el museo egipcio. Un museo que no barajaba prestigio con buenas nominas. Y es que por mas que el lo negara en su circulo mas inmediato, no llevaba bien que Teo ganara mas dinero. Supuestamente en una relación homosexual Teo era la mujer y Bruno el marido con soluciones para todo, pero en pleno siglo XXI y a la vista de los demás solo era un inseguro que quería controlarlo todo para no sentirse inferior.

Irónicamente Teo había llegado a un puesto importante en la empresa sin esperarlo. Su trabajo era brillante y nunca mostro ningún tipo de problema para desarrollar toda clase de tareas no siempre relacionadas con su especialidad. Por el contrario Bruno pecaba de ambicioso y a menudo sus ganas de ascender eran mal vistas y eso es lo que le tenía atado a un puesto de guía que el empezaba a detestar.
Eso flotaba sobre ellos cual aura sucia, consiguiendo que a veces la corrección habitual de Bruno se viera manchada por una conducta infantil y fuera de lugar. Teo no llevaba muy mal ya que traducía esa actitud de completo idiota como amor. Un fallo muy extendido entre los enamorados.

Como si de un acto consensuado entre ellos dos se tratase paseaban su relación perfecta en la más estricta intimidad. La actitud gris de Bruno había cubierto ya el colorido de Teo transformándole en un apéndice emocional. Lo que Bruno ignoraba es que Teo quería algo más, y que su verdadero yo dormía sepultado bajo todas las exigencias vividas hasta el momento. El error vino de la mano de las necesidades emocionales. Los dos querían en el fondo estar juntos y pensaron (erróneamente) que les ayudaría irse a vivir juntos. Pero fue precisamente por algo tan descabellado como ese gesto aparentemente romántico que la bomba de relojería se activo.


Por otra parte estaba yo mucho más pendiente del inminente cierre de Burberry en Barcelona. Importantes descuentos hicieron que al igual que yo muchas personas se acercaran a comprar ponchos, bufandas y cinturones.
Siendo así que me encontrara en el edificio de la casa británica y no muy lejos Teo saliera llorando del museo Egipcio. Ambos quisimos coger el mismo taxi chocando y cayendo al suelo un montón de bufandas de cashmere en todos los colores. Al mirarnos a los ojos lo vi claramente. Teo había estado llorando desconsoladamente. Sin mucho interés por mi parte le pregunte si se encontraba bien. Puro decoro urbano que el tomó como una vía de escape.

Subimos al mismo taxi cogidos del brazo. Su llanto era desesperante hasta el punto que el taxista y yo éramos presos de la vergüenza ajena. Bajamos en la calle Pelayo con ansias de despedida por mi parte. Pero lo peor aun estaba por llegar transformando mi tarde de compras en una tarde de pesadilla. Sentados en el café Viena Teo se explayo contándome que no podía mas. Que vivir juntos sería una autentica ruina ya que sus ingresos triplicaban los de Bruno. Ese era sin él mismo saberlo un indicio claro de ser rosado. Dejando al descubierto el ser fluorescente que tanto interés tenía Bruno por eliminar. Incluso su acento había cambiado sonando mucho más de Barcelona.


Su cajetilla de Marlboro Light iba descendiendo al ritmo que criticábamos a Bruno. Riéndonos de su Lifestyle gris oscuro. Tanto fue así que solo nos vimos interrumpidos por su iPhone. Era el mismo Bruno que le llamaba para preguntarle textualmente donde coño se había metido. Ante mi sorpresa Teo saco un billete de 20 euros me dio un beso en la frente y se marcho. Dejándome a mi sentado en plena plaza Cataluña preguntándome porque algunas personas eran tan sumisas.
Exactamente de que servia quejarse abiertamente de una situación para luego correr hacia ella. Era Teo un exagerado, un hipócrita o simplemente bipolar. ¿Era la relación de Bruno y Teo una relación de Arte y ensayo?