glitter 2010.


1. glitter Night.

2. glitter Shoppin'.

3. glitter Cocteau.


4. glitter Daily Week.



5. glitter At work.
He aquí la vida del artista. Cuando naces con un talento se supone que tienes que hacerte rico gracias a él. Estoy preparando un book. En el 2010 saldrá a la luz una colección de 100 bocetos. Formado por 4 pilares de 25 ilustraciones correspondientes a cada estación. De momento los bocetos van tomando forma. Ignoro si llegaré muy lejos, pero una vez mas la critica está de mi parte y eso hace que no tenga ganas de guardar los pinceles.

47. Disputas pre Ultratumba.

Hay aficiones que pasan de puntillas. El espiritismo sin ir más lejos. Ese arte milenario que huele a inciensos y no se puede practicar a plena luz del día. Hay quien lo asocia a ser más o menos místico. Otros lo ven algo demasiado freak para prestarle atención, y quien le teme tanto que se pone nervioso con pensar que existe.
Pero siempre hay quien ve diversión en cualquier sitio. Y la ouija no iba a ser menos. El día que Ricochet nos hablo de hacer una a mi y a Pelayo supe que podía ser muy divertido. Lo que ignoraba es que a posteriori nuestra relación pudiera verse dañada desde ultratumba.

El mecanismo de una ouija es por todos conocidos. Pero las ganas de saber que nos depararía el futuro fueron mayores a la curiosidad por saber quien nos estaba hablando. Así que ignorando si era el mismo Ricochet el que movía ese vaso, decidimos preguntar.

El primero en hacerlo fue Pelayo. Se intereso por su vida futura. Pero mas bien por si encontraría a alguien con quien compartirla y tener descendencia. Absolutamente Patético. Pero previsible. De quien no me lo esperaba francamente fue de Ricochet.

-¿Hay alguien que quiera hacerme daño por mi actitud hacia él en un pasado?

No pude evitar soltar el vaso para taparme la boca. Un grito ahogado me delató. Ambos me miraron intrigados y no pude evitar quitar ese rostro de indignación. Cuando me tocó formular una pregunta lo hice con una banalidad. Mi cabeza estaba demasiado absuelta con la actitud de mis amigos.


Cuando recogimos el tablero y obviamos que la ouija había sido un desastre apenas podía mirarles. Pelayo como siempre dijo aquello que podía salvar situaciones.

-No os ha parecido excitante hacer una ouija? Las Ouijas siempre dicen la verdad.
-¿Pretendes que me crea que una tabla de madera sabe que nos depara el destino?
-No seas escéptico Ricochet.
-Me parece bien preguntar a un espíritu. Pero creo que es mejor que te hagas a la idea de que tal vez el único que no tiene destino seas tú.
- ¿Y porque yo?
-Toni estás más ocupado de ti mismo y en lamentarte de que nada sale como quieres que prestando atención a nuestras verdaderas necesidades.
- Podríais Reconocer que esas verdaderas necesidades de las que habláis, no se ven plasmadas en vuestra actitud.
-¿Y que esperas? Tú nos has enseñado a no ser naturales. A esconder nuestros verdaderos sentimientos y a comportarnos como personas robóticas. Tanto Pelayo como yo solo somos la sombra de lo que no llegaste a ser.
- Solo he velado por nosotros. No me parece nada justo que me tenga que dar cuenta por una estúpida ouija que a Ricochet el malvado le preocupe su Karma, y a Pelayo el empollón si va a casarse o no.
Ese es el verdadero problema. Nos has usado como si fuéramos staff y no tus amigos. A parte de ser el malvado también tengo sentimientos. Y tal vez sea…
-No quiero saber tus sentimientos. ¿Desde cuando te ha importado a ti hacer daño a alguien? Te has follado a los novios de toda la gente que conozco, has mentido, robado, manipulado, y extorsionado a todo aquel que se podía poner en tu camino.
-Tal vez las cosas han cambiado. Es hora de dejar ver al nuevo Ricochet.
-Claro claro.


Cada uno se fue por su lado. Bien. Ricochet por uno, y Pelayo llorando conmigo por otro. De camino a casa me sentí indignado. Me lo podía esperar de Pelayo. Su educación había sido elegida para hacer de él una ama de casa. Mantenido por un marido rico cuidaría de los hijos de los dos. Y esperaría a que por la noche su marido le viniera contándole lo dura que era la oficina y lo rápido que crecían los niños.

¿Pero Ricochet? Él era el hereje rosado. La parte que todos temían. Su promiscuidad sexual era conocida por toda la ciudad condal. Tenia un novio en cada barrio y en su viaje anual a México para ver a sus abuelitos probablemente tendría a otros 4 novios. Mucha gente le odiaba, de eso estoy seguro. Pero juraría que el miedo a Ricochet les impedía siquiera imaginar con que un día se vengarían de él.

Los días pasaron y ni rastro de Ricochet. Era evidente que estaba muy molesto. Así que cuando el terapeuta me pregunto por el fin de semana le conté mi versión de los hechos. Mas amable que de costumbre me pidió que me parecería hacer una sesión con ellos dos. Era una locura hacer terapia con mis mejores amigos, pero quería recuperar ese trío emocional al precio que fuera.

Para mi sorpresa, ambos accedieron a venir. Ricochet apareció de negro riguroso arriba Solo una capa morada con un cierre barroco era el único recuerdo del Ricochet de antaño. Pelayo vino a saludarme. Y vi en sus ojos el miedo a la tragedia. Entramos y nos vimos allí, sentados los tres frente al terapeuta. Hablando al unísono, sin respetarnos los unos a los otros y con una idea clara. Todos creíamos tener la razón.

Éramos tres niñatos engreídos frente a un profesional aún mas engreído. La idea de hacer terapia conjunta era un error. No tenia ningunas ganas de tener que dar la razón. Y lo que es peor, la idea de que saliera a la luz que en mis ratos libres hacia espiritismo no me parecía nada atractiva.

La pelea cesó cuando Pelayo empezó a llorar. Era un lloro silencioso, pero suficientemente incomodo para dejar de echarnos en cara de quien era la culpa. El terapeuta cedió la palabra a un atormentado Pelayo.

Entre sollozos explico su versión.

-Todo empezó cuando decidimos hacer una ouija. Al principio la idea me asusto, pero tengo que reconocer que también me parecía excitante. Todo iba bien, hasta que quisimos preguntar al espíritu aquello que nos inquietaba sobre nuestro futuro.
-Pasando por alto que el espiritismo esta contraindicado para personas con problemas mentales. ¿Por qué decidisteis preguntar a un supuesto espíritu sobre vuestro futuro?
-Los muertos lo saben todo.
-Ah… bien. Sigue con la historia si eres tan amable.
-El caso es que Ricochet y yo preguntamos cosas que según Toni no eran correspondientes a nosotros.
-¿Y que es lo que preguntasteis?
-Ricochet pregunto si alguna persona le tenia rencor por el daño que le podía haber echo en un pasado, y yo pregunte si encontraría a un chico que me quisiera y nos casaríamos.
-Y si no es mucha indiscreción. ¿Que es lo que pregunto Antoni?
-Una frivolidad si no recuerdo mal.
-Me lo suponía. Bien. Entonces estamos delante de la ira de Antoni al ver que vosotros preguntasteis cosas más terrenales. Incluso cosas que a simple vista no se asociarían con vuestra identidad más superficial. Así que ahora me gustaría saber la opinión al respeto de Ricochet. Adelante.
-Lo veo mucho mas claro que usted. Toni nos tiene demasiados encasillados. Y tiene miedo cuando se da cuenta de que tenemos mas perspectivas de vida que las que el nos tiene asignadas. Me encanta ser su amigo, pero me doy cuenta de que necesito algo más. Soy consciente de que no siempre he sido bueno con los demás, y tengo miedo de que alguien me quiera hacer daño. El caso de Pelayo es más simple. Él quiere formar una familia, tener a su marido y unos niños que cuidar.
-Ahora entiendo el porque de la ira de Antoni. Y también me gustaría que la entendierais vosotros. Algunas personas sienten pánico a los cambios. Y que vosotros tengáis dichas inquietudes sobre vuestro futuro, le deja a él en el plano actual, ya que aun no tiene muy claro que es lo que quiere hacer con su vida. Antoni, cuéntanos ahora que opinas de todo esto.
-Uhmmm. Supongo que tiene usted razón. Tampoco tengo una opinión formalizada al respeto. Solo se que me excedí un poco en mi reacción. Y os pido disculpas a los dos.

-Sus disculpas no me sirven. No se Pelayo, pero yo necesito un tiempo sin ti. Quiero conocer a otras personas. Tenemos una amistad demasiado sectaria.

En ese momento las lágrimas de Pelayo habían aumentado su volumen. Y lejos de llorar en silencio inundo con su llanto la consulta. Me sentí realmente incomodo. Ricochet se abrocho su capa morada y se levanto muy digno dando un beso en la frente de Pelayo.

En busca de un taxi y con un Pelayo fundido a mi lado me dio por reflexionar acerca de las relaciones interpersonales. En la vida encontrábamos a muchas personas. Quizás mas de las que podíamos atender. Algunas venían para quedarse, otras solo estaban de paso, y evidentemente quedaban las que se marchaban sin más. Poco podía hacer ahora que la tutela de Pelayo había recaído sobre mi. Lo metí dentro de un taxi y le prometí que le llamaría esa misma noche.

Cuando el coche se fue alejando no pude evitar preguntarme a donde irían todas esas personas que rompían vínculos conmigo.


46. Amores NO recomendados.

Las estaciones suelen estar marcadas por cambios climatológicos. Para mi llegan cuando algo destacable llega a mi vida. Personalmente soy reacio a compartir las cosas, pero ese egoísmo fue dándose a una metamorfosis que ni yo mismo era capaz de asimilar.
Dicen que el amor cambia a la gente. En mi caso la llegada del amor, hizo que inexplicablemente abriera en mí un simposio conmigo mismo. ¿Realmente estaba preparado para el amor? ¿Tuve alguna vez la necesidad verdadera de abrirle la puerta?

Eran cuestiones banales. Absurdas cuestiones que lejos de ser respondidas eran como una enciclopedia en un hogar del extrarradio. Puro adorno. Todo empezó cuando al salir de terapia un chico me pregunto si tenía que marcharme. Le respondí que si, a lo que me pidió si podía vigilarle un momento sus cosas ya que tenia que ir al baño.
Amablemente dije que si, para inmediatamente odiarle en silencio. Era un contradictorio en toda regla. Al salir me guiño un ojo y me dio las gracias.
Tarde en volverle a encontrar. Y cuando nos volvimos a encontrar fue en la escalera de la consulta. Tuvo hacia mí una reacción un tanto desmedida. Me saludo efusivamente. Elogio mi chaleco, y me dio dos sonoros besos.
En un escalón por encima de él me ruborice. Y el en un escalón por debajo de mi empezó una especie de cortejo que me desoriento.

-Que te parecería si saliéramos a tomar algo.
-Eh bueno. Tampoco tengo mucho tiempo libre.
-¿Que haces ahora?
-Iba a almorzar algo.
-Vamos pues.
-¿Pero no tienes terapia?
-Si, pero es mas interesante estar contigo. Venga vamos.

Sentados en Starbucks. Estando uno frente al otro. Notando como él no dejó de mirarme en un solo momento. Cada vez que le contaba algo me hacia mil preguntas. Era evidente que era bueno escuchando a los demás. Me pidió una segunda cita y en las siguientes cada vez mas frecuentes sentí que Guillermo sentía algo hacia mi. En menos de un mes fuimos al Zoológico. De picnic a los parques, a patinar sobre hielo, a mirar las estrellas, a robar a los chinos. Habiamos cenado desayunado y dormido juntos. Nunca un solo beso. Ni una caricia. Era todo cada vez mas extraño.

Cuando se lo conté a mi terapeuta levanto una ceja desafiante.

-Es evidente que dejaras de ver a ese chico.
-Pero porque? Es mi vida privada.
-Antoni. Tu vida es de todo menos privada para mi.
-¿Pero que derecho tiene usted para prohibirme algo?
-Yo no prohíbo. Tan solo te estoy aconsejando.
-¿Y porque se supone que tengo que dejar algo que mi hace bien?
-Has conocido a ese chico en una consulta. Es evidente que no es la mejor persona para establecer una relación.
-Vaya. Posiblemente pueda estar tarado. Pero solo va a una Psicóloga.
-Los profesionales hablamos entre nosotros. Nos pedimos consejos. Y a veces hablamos sobre pacientes.
-¿Usted ha hablado de mi con otra gente?
-Antoni. No es momento para un arranque de egocentrismo. Solo te digo que ese chico no es adecuado para ti.
-Y no puede decir nada mas claro.
-En efecto. Eso es privado.

Salí a la calle y llame a Guillermo. Cada tono de espera hizo que subiera en mi las ganas de demostrarle a ese terapeuta de pacotilla que no siempre tendria la razón. Guillermo quiso quedar conmigo al momento y vino a buscarme. Mis rodillas flojearon. Pero le mire a los ojos y temiendo lo peor le dije

-¿Guillermo hay algo que quieras decirme?
- Pues si, ahora que lo dices. Imagino que te parecerá una locura. Pero me diviertes mucho. Eres guapo, inteligente y divertidísimo. Toni quiero pasar el resto de mi vida a tu lado.
-Jajaja estas como una cabra.
-Te lo digo en serio.
-Gracias supongo
-No Toni. ¿Quieres pasar conmigo el resto de tu vida?
-Hombre. Me caes muy bien. Y me ha gustado salir contigo estas ultimas semanas pero…
-¿Pero? ¿Si o no?

La noche me pareció larga. Todo me daba vueltas y a mis laterales las luces de la ciudad eran fugaces y efímeras. Guillermo me había preguntado si quería pasar el resto de la vida a alguien que tenia una concepción de la vida cristianamente inmaculada. A pesar de mi pasado turbulento, en mi se escondía alguien que apreciaba las cosas bien echas. De repente ese chico me descolocaba pidiéndome algo irrisorio y impetuoso. Algo que ni en las películas románticas me gustaba ver.
No me consideraba un carca, pero tampoco podía decir que si a una persona que había conocido en una sala de espera de un terapeuta. Él asistía a un psicólogo pero era evidente que si lo encontré allí era porque tenía un problema.
Imagino que esa sensaciones de amor vertido hacia mi eran mucho mayores que la sensatez. Y por lo que a mi respetaba, era hora de hacer las cosas bien. No podía soñar ser un presentador de MTV con una vida tan casta. Al fin y al cabo ser homosexual era ropa, hombres y vida social. Todo aquello que tanto me gustó en un pasado que probablemente Guillermo ignorara.


A pesar de que me sentía un traidor asqueroso. Había antepuesto a mi escala de valores un chico que apenas hacia un mes que estaba en mi vida. Me había prometido que todo saldría bien. Supongo que eso fue suficiente para elegirle a él en lugar de una vida cristiana de moralidad y ayuno social, que no me aportaba más que disgustos.

Dude poco sobre si esa relación romántica solo existía en mi cabeza. Probablemente ese chico huya de alguna parte oscura de su pasado. Y aunque ese pasado fuese anteayer no podía negarle cobijo emocional. Tal vez mi vida no era la mas ordenada. Y aunque era un secreto a voces que la gente emocionalmente inestable como yo no servíamos para una relación, me conformaba con hacer de aquello una sociedad limitada otoñal.

Ese chico quería estar conmigo. Y mi negación mental dejaba entrever en luces de neón, que mi autoestima era regular y no tardaría a sentirme culpable por ello. En realidad debajo de toda esa capa de rosa se escondía alguien torturado que no solía invertir en relaciones interpersonales.
Por contrapartida otra parte de mi era fluorescente y la sola idea de que un desconocido quisiera ir con él al fin del mundo le hacia sentir cabeza de cartel de un espectáculo permanentemente prorrogado.
Delante de un escaparate. Por última vez. Dándome cuenta en silencio de que en ese mismo momento se vislumbraba ante mí un minuto de serenidad aparente. Una promesa a que se acabó mirarme en un escaparate para obtener seguridad. No necesitaba absolutamente nada. Un semi desconocido me había dado en un momento lo que yo llevaba negándome 23 años.

La rapidez con la que sucedió todo era aún latente. ¿Pero quien necesitaba sentirse mal? ¿A caso el fin no justificaba los medios ahora más que nunca? No podía pararme en el camino a pedir disculpas. Ya había llegado donde estaba gracias a las trampas. Manipular a otros había sido demasiado fácil. Pero delante de ese escaparate me di cuenta de que no podía mentirme a mi mismo. La sensación de que ese impulso por peligroso que fuera a posteriori, iba a influir en mi vida, hizo que me decidiera.

No podía permitirme el lujo de entregar mi vida al protocolo. En mi interior un Toni dormía encerrado. Y demostrando que media vida había sido el contrario a la otra, fui capaz de reaccionar y darme cuenta de que los extremos habían sido igual de nocivos.

Mirando a Guillermo vi en sus ojos la necesidad de saber que pasaba por mi mente.

-¿Va todo bien?
-Es demasiado abstracto para contártelo
-Sea lo que sea lo entenderé.
-Verás, me parece arriesgado contártelo así sin mas.
-Toni. Sea lo que sea valdrá la pena. Estoy para escucharte. Quiero saber lo que te sucede.
- Nunca te ha pasado esa sensación de sentirte culpable porque crees que no mereces una cosa. Una parte de mi esta dispuesta a seguirte. Pero la otra me ata a una vida mucho más correcta.
-Solo te tendrías que sentir culpable si yo estuviese con otra persona y te hubiera seguido a ti engañándola a ella.
-No lo había pensado de esa manera. Solo estoy seguro de querer hacerlo, pero tengo miedo a perder otras cosas.
Seamos claros. Yo quiero estar contigo. Tu quieres estar conmigo?
-Si quiero.
-No te pido que nos vayamos de Barcelona siquiera. Solo quiero que estemos unidos. Juntos. A ver que pasa. Me gustas demasiado para que me importe lo que hicieras antes de que yo apareciera en tu vida. Imagino que si he querido que todo pasara tan rápido, fue porque no quería que desaparecieras y me quedara dentro el deseo de haberte dicho que me gustabas. Que me parecías y me pareces un chico divertido, excéntricamente soportable y que quiero conocerte cada día un poco más.
-Entiendo.
-Es todo mucho más fácil. Piensa que cada vez que te niegas a algo nuevo te estas privando de nuevas experiencias. ¿Qué importa que nos hayamos conocido en un terapeuta? Es obvio que hoy en día nadie esta en su total estado mental.
-Pero hay una parte de mi que no ve con buenos ojos compartir mi vida con alguien que también tiene problemas mentales.
-Pues a mi me encantaría compartir la mía con alguien que los ha tenido y los está superando.
-¿Hablas de mí?
-Pues claro bobo. Toni no tenemos nada que perder. Tienes 23 años. Y no compartimos ni el mismo terapeuta.


Visto de esa manera era todo demasiado fácil. ¿Como podía contarle a Guillermo que quien en realidad no veía con buenos ojos esa relación era mi terapeuta?
De repente una sensación de querer algo dulce me invadió. Comiendo con deseo el último helado del verano me di cuenta de que subconscientemente estaba buscando a un hombre con quien empezar el otoño.