47. Disputas pre Ultratumba.

Hay aficiones que pasan de puntillas. El espiritismo sin ir más lejos. Ese arte milenario que huele a inciensos y no se puede practicar a plena luz del día. Hay quien lo asocia a ser más o menos místico. Otros lo ven algo demasiado freak para prestarle atención, y quien le teme tanto que se pone nervioso con pensar que existe.
Pero siempre hay quien ve diversión en cualquier sitio. Y la ouija no iba a ser menos. El día que Ricochet nos hablo de hacer una a mi y a Pelayo supe que podía ser muy divertido. Lo que ignoraba es que a posteriori nuestra relación pudiera verse dañada desde ultratumba.

El mecanismo de una ouija es por todos conocidos. Pero las ganas de saber que nos depararía el futuro fueron mayores a la curiosidad por saber quien nos estaba hablando. Así que ignorando si era el mismo Ricochet el que movía ese vaso, decidimos preguntar.

El primero en hacerlo fue Pelayo. Se intereso por su vida futura. Pero mas bien por si encontraría a alguien con quien compartirla y tener descendencia. Absolutamente Patético. Pero previsible. De quien no me lo esperaba francamente fue de Ricochet.

-¿Hay alguien que quiera hacerme daño por mi actitud hacia él en un pasado?

No pude evitar soltar el vaso para taparme la boca. Un grito ahogado me delató. Ambos me miraron intrigados y no pude evitar quitar ese rostro de indignación. Cuando me tocó formular una pregunta lo hice con una banalidad. Mi cabeza estaba demasiado absuelta con la actitud de mis amigos.


Cuando recogimos el tablero y obviamos que la ouija había sido un desastre apenas podía mirarles. Pelayo como siempre dijo aquello que podía salvar situaciones.

-No os ha parecido excitante hacer una ouija? Las Ouijas siempre dicen la verdad.
-¿Pretendes que me crea que una tabla de madera sabe que nos depara el destino?
-No seas escéptico Ricochet.
-Me parece bien preguntar a un espíritu. Pero creo que es mejor que te hagas a la idea de que tal vez el único que no tiene destino seas tú.
- ¿Y porque yo?
-Toni estás más ocupado de ti mismo y en lamentarte de que nada sale como quieres que prestando atención a nuestras verdaderas necesidades.
- Podríais Reconocer que esas verdaderas necesidades de las que habláis, no se ven plasmadas en vuestra actitud.
-¿Y que esperas? Tú nos has enseñado a no ser naturales. A esconder nuestros verdaderos sentimientos y a comportarnos como personas robóticas. Tanto Pelayo como yo solo somos la sombra de lo que no llegaste a ser.
- Solo he velado por nosotros. No me parece nada justo que me tenga que dar cuenta por una estúpida ouija que a Ricochet el malvado le preocupe su Karma, y a Pelayo el empollón si va a casarse o no.
Ese es el verdadero problema. Nos has usado como si fuéramos staff y no tus amigos. A parte de ser el malvado también tengo sentimientos. Y tal vez sea…
-No quiero saber tus sentimientos. ¿Desde cuando te ha importado a ti hacer daño a alguien? Te has follado a los novios de toda la gente que conozco, has mentido, robado, manipulado, y extorsionado a todo aquel que se podía poner en tu camino.
-Tal vez las cosas han cambiado. Es hora de dejar ver al nuevo Ricochet.
-Claro claro.


Cada uno se fue por su lado. Bien. Ricochet por uno, y Pelayo llorando conmigo por otro. De camino a casa me sentí indignado. Me lo podía esperar de Pelayo. Su educación había sido elegida para hacer de él una ama de casa. Mantenido por un marido rico cuidaría de los hijos de los dos. Y esperaría a que por la noche su marido le viniera contándole lo dura que era la oficina y lo rápido que crecían los niños.

¿Pero Ricochet? Él era el hereje rosado. La parte que todos temían. Su promiscuidad sexual era conocida por toda la ciudad condal. Tenia un novio en cada barrio y en su viaje anual a México para ver a sus abuelitos probablemente tendría a otros 4 novios. Mucha gente le odiaba, de eso estoy seguro. Pero juraría que el miedo a Ricochet les impedía siquiera imaginar con que un día se vengarían de él.

Los días pasaron y ni rastro de Ricochet. Era evidente que estaba muy molesto. Así que cuando el terapeuta me pregunto por el fin de semana le conté mi versión de los hechos. Mas amable que de costumbre me pidió que me parecería hacer una sesión con ellos dos. Era una locura hacer terapia con mis mejores amigos, pero quería recuperar ese trío emocional al precio que fuera.

Para mi sorpresa, ambos accedieron a venir. Ricochet apareció de negro riguroso arriba Solo una capa morada con un cierre barroco era el único recuerdo del Ricochet de antaño. Pelayo vino a saludarme. Y vi en sus ojos el miedo a la tragedia. Entramos y nos vimos allí, sentados los tres frente al terapeuta. Hablando al unísono, sin respetarnos los unos a los otros y con una idea clara. Todos creíamos tener la razón.

Éramos tres niñatos engreídos frente a un profesional aún mas engreído. La idea de hacer terapia conjunta era un error. No tenia ningunas ganas de tener que dar la razón. Y lo que es peor, la idea de que saliera a la luz que en mis ratos libres hacia espiritismo no me parecía nada atractiva.

La pelea cesó cuando Pelayo empezó a llorar. Era un lloro silencioso, pero suficientemente incomodo para dejar de echarnos en cara de quien era la culpa. El terapeuta cedió la palabra a un atormentado Pelayo.

Entre sollozos explico su versión.

-Todo empezó cuando decidimos hacer una ouija. Al principio la idea me asusto, pero tengo que reconocer que también me parecía excitante. Todo iba bien, hasta que quisimos preguntar al espíritu aquello que nos inquietaba sobre nuestro futuro.
-Pasando por alto que el espiritismo esta contraindicado para personas con problemas mentales. ¿Por qué decidisteis preguntar a un supuesto espíritu sobre vuestro futuro?
-Los muertos lo saben todo.
-Ah… bien. Sigue con la historia si eres tan amable.
-El caso es que Ricochet y yo preguntamos cosas que según Toni no eran correspondientes a nosotros.
-¿Y que es lo que preguntasteis?
-Ricochet pregunto si alguna persona le tenia rencor por el daño que le podía haber echo en un pasado, y yo pregunte si encontraría a un chico que me quisiera y nos casaríamos.
-Y si no es mucha indiscreción. ¿Que es lo que pregunto Antoni?
-Una frivolidad si no recuerdo mal.
-Me lo suponía. Bien. Entonces estamos delante de la ira de Antoni al ver que vosotros preguntasteis cosas más terrenales. Incluso cosas que a simple vista no se asociarían con vuestra identidad más superficial. Así que ahora me gustaría saber la opinión al respeto de Ricochet. Adelante.
-Lo veo mucho mas claro que usted. Toni nos tiene demasiados encasillados. Y tiene miedo cuando se da cuenta de que tenemos mas perspectivas de vida que las que el nos tiene asignadas. Me encanta ser su amigo, pero me doy cuenta de que necesito algo más. Soy consciente de que no siempre he sido bueno con los demás, y tengo miedo de que alguien me quiera hacer daño. El caso de Pelayo es más simple. Él quiere formar una familia, tener a su marido y unos niños que cuidar.
-Ahora entiendo el porque de la ira de Antoni. Y también me gustaría que la entendierais vosotros. Algunas personas sienten pánico a los cambios. Y que vosotros tengáis dichas inquietudes sobre vuestro futuro, le deja a él en el plano actual, ya que aun no tiene muy claro que es lo que quiere hacer con su vida. Antoni, cuéntanos ahora que opinas de todo esto.
-Uhmmm. Supongo que tiene usted razón. Tampoco tengo una opinión formalizada al respeto. Solo se que me excedí un poco en mi reacción. Y os pido disculpas a los dos.

-Sus disculpas no me sirven. No se Pelayo, pero yo necesito un tiempo sin ti. Quiero conocer a otras personas. Tenemos una amistad demasiado sectaria.

En ese momento las lágrimas de Pelayo habían aumentado su volumen. Y lejos de llorar en silencio inundo con su llanto la consulta. Me sentí realmente incomodo. Ricochet se abrocho su capa morada y se levanto muy digno dando un beso en la frente de Pelayo.

En busca de un taxi y con un Pelayo fundido a mi lado me dio por reflexionar acerca de las relaciones interpersonales. En la vida encontrábamos a muchas personas. Quizás mas de las que podíamos atender. Algunas venían para quedarse, otras solo estaban de paso, y evidentemente quedaban las que se marchaban sin más. Poco podía hacer ahora que la tutela de Pelayo había recaído sobre mi. Lo metí dentro de un taxi y le prometí que le llamaría esa misma noche.

Cuando el coche se fue alejando no pude evitar preguntarme a donde irían todas esas personas que rompían vínculos conmigo.


2 comentarios:

Fuzz dijo...

Antoni, simplemente ME ENCANTA!
Cada vez me sorprendes más ^^
Necesito saber más de ti!!

Un petó, i cuida't molt, Antoni!

Chau!

Bo Tare dijo...

Hola, buenas. No entiendo mucho de que va este tema, de que va este blog. ¿Lo que cuentas es real? xD.
Por cierto, yo el espiritismo ni tocarlo. Y mucho menos una "guija". ¿Qué tiene esto de verdad? xD. De pequeño me contó que mi tía y una amiga estaban en casa, hicieron la guiza y acabaron volando platos solos por la casa y la hostia y que se abría y cerraba la puerta. Sería mentira, digo yo. Era pequeño. Vaya movidas, quita; quita. ¡Un saludo!