44. Profilaxis contra los leprosos emocionales.

En el siglo XX cuando alguien tenía un problema, llamaba a su mejor amigo y charlaban de fijo a fijo durante toda la noche. En pleno siglo XXI nadie tiene teléfono fijo, y cuando tiene un problema lo trata con su psicoterapeuta.

Y es que cuando vives en Barcelona, has de ser rápido si no quieres magnificar dicho problema, y acabar haciendo las maletas para ir al valle de los leprosos emocionales.
Vivo rodeado de jóvenes que abusan del clenbuterol para adelgazar. Jóvenes que gastan dinero en ropa, porque ya no creen en las relaciones interpersonales, y sobretodo jóvenes homosexuales que ven las relaciones estables como una pérdida de tiempo.

Ese estilo divertido hoy y a pagar en psicoanálisis el día de mañana, les va transformando en seres predecibles y hacen que aumente mi miedo hacia los leprosos emocionales.
Se considera leproso emocional, todo aquel que tiene problemas personales y/o emocionales. Y que no solo con tenerlos los contagia a los demás con sus constantes quejas.

Cuando vives en una ciudad pequeña como Barcelona, y eres post adolescente, perteneces a un grupo de alto riesgo. La infección acecha en cualquier esquina. Y cuando te coge, ya no vale la pena lamentarte por una falta de profilaxis más bien nula.

A riesgo de contagio inmediato, opté por tomar precauciones frente al asunto. Prefería mentalizarme, antes que acabar llorando delante del espejo. Me calmaba pasear entre el proletariado. Fundiéndome entre ellos y no pareciendo el trastornado de la historia.
Tardé bastante en asumir que tenía buenas defensas. Y aunque al fin decidí salir a la calle, lo hice con restos de pánico bajo la ropa.
Bajando las escaleras de dos en dos, me encontré con mi vecina. Como siempre frunció el ceño al verme, pero la deje envuelta en mi nube de Gucci Envy. Al salir a la calle, todo tenía un color distinto. La gente me miraba con curiosidad, como si yo estuviese a punto de hacer algo muy importante.

Sabía que no iba a ser fácil. En cualquier calle podía encontrarme con un leproso emocional. Pero tenia que creer más en mi mismo. Y sobretodo confiar en mi vacuna de optimismo. Pero para variar, no tardó mucho en llegar hacia mí un viejo conocido con los ojos llorosos.
Al ver que venia hacia mi alguna cosa me paralizo. Pero no tuve tiempo a marcharme corriendo y tuve que escuchar como agonizaba.

-¡Toni! ¡Por fin te encuentro!
-¿Qué es lo que quieres?
-Hace una semana que te estoy llamando y ni rastro de ti.
-Tenía apagado el teléfono.
-¿Y eso?
-Profilaxis para los leprosos emocionales.
-¿Como?
-Profilaxis para los…
-Déjalo. Da igual. Ya te he encontrado. Necesito hablar contigo.
-Ojos llorosos. Necesidad de hablar. Son claros síntomas.
-¿Pero de que coño me estás hablando?
-Ya te lo dije, profilaxis
-Si si, profilaxis contra los leprosos emocionales.
-Correcto.

-Pero por favor. ¡Necesito que me ayudes, mi novio me ha dejado por otro!
-Oh. Vaya… Me tengo que ir.
-¿Y eso es todo? Vaya mierda amigo eres entonces.
-Veras es que…
-Como me vuelvas a venir con el rollo de los leprosos me tiró al próximo autobús que pasé por delante.

Ante su intento de suicidio urbano, tuve claro que lo que él quería, era sacarme el positivismo que me habían inyectado. Estaba claramente en una fase terminal. Así que decidí darle una oportunidad.

-A ver. Que pruebas tienes de que te ha engañado con otro.
-Joder. Me ha llamado el otro y me ha dicho que mi novio cortaba conmigo para irse con él.
-Que drama tan contemporáneo. ¿Porque no te haces lesbiana?
-¿Lesbiana?
-Todo el mundo sabe que las lesbianas han nacido para la estabilidad inmediata. Se conocen una noche, y a la mañana siguiente ya viven juntas, habiéndose jurado amor eterno.
-Eso lo hacen los homosexuales de más de 35 años.
-No creo que existan homosexuales de más de 35 años.
-¡¡¡Toni!!! Que te vas del tema. ¿Que se supone que vamos a hacer?
-Que vas a hacer tu querrás decir.
-Pero tú eres mi amigo.
-Con una cuarentena emocional por delante, no soy amigo de nadie.
¿Leprosos emocionales, cuarentenas? ¡De que me estás hablando!
-Esta muy claro. Estas en el ecuador de la fase terminal. Tienes una problemitis aguda y quieres quitarme las defensas.
-Me estaré volviendo loco, pero pon el caso de que tienes razón. Que tengo que hacer, quiero curarme. ¡Dame el antídoto!
-Necesitas una cura de superficialidad intensa e inmediata.
-Aha.
-Con eso y unas semanas de aislamiento telefónico puede que salgas de todo esto.
-¿Y que me recetas?
-Una noche de locura y liarte con el primer guapo que encuentres.
-Eso quiere decir que…
-Exacto. Promiscuidad en vena para bajar los efectos de la infidelidad. Si a los heterosexuales les sirve, a nosotros no va a ser menos.
-Quiero vivir.
-Ya veras como saldremos de esta.
-Toni…
-Tranquilo.
-No Toni. Es que creo que te he contagiado.
-Es imposible. Yo estoy totalmente inmunizado.
-Pues juraria que de tu boca ha salido un nosotros.

Y así fue como me contagie. Por más que lo intentara nunca jamás podría desentenderme del todo de los problemas de los demás. Y tal vez nunca seria bueno auto medicándome contra otras pandemias emocionales. Pero como amigo intimo nadie podría ganarme nunca.

43. Present Party.


Llegó un momento en mi vida, en el que las crisis acudían a mi sin ton ni son. Fue entonces cuando me di cuenta de que no solo era adicto al psicoanálisis, si no que mi vida giraba entorno a una mentira.
La filosofía rosada, me exigía plena entrega. Y yo lejos de ser un chico de mente vacía, me estaba transformando en un personaje creepy y lejano al color rosa. Aunque de puertas para fuera era una mezcla entre rosa chicle y fucsia flúor. Y es que incluso para un falso rosado como yo, hay partes del credo de la purpurina que nunca deben pasarse por alto.

Hasta el chico mas rosa de los chicos de color rosados, saben que por ética y moral interna, hay cosas que bajo ninguna circunstancia deben hacerse. Otra cosa es presenciarlas y expandirlas cual Mesías de la Purpurina, sobre eso no hay nada escrito. Aunque para ganar tiempo, y evitarme reproches posteriores, puedo decir que los chicos rosados estamos dotados de conciencia propia. Aunque a veces esta se encuentre ausente y de origen a situaciones dignas de estudios psicoterapéuticos.

Todo empezó cuando estaba viviendo una mala temporada personal. Por si no fuera poco, con tener que vivir de color gris en mi intimidad, y hacer ver que no pasaba nada en sociedad, recibí una invitación para una fiesta de cumpleaños.

Sintiéndolo mucho, odie con todas mis fuerzas a esa persona. ¿Por qué yo estaba tan mal, y había desconsiderados que solo pensaban en sus onomásticas? No me apetecía ir en absoluto. Pero como ya hacia media hora que odiaba a una tarjeta de cartón, decidí que aún me daba más pereza escribir una nota de disculpas para que perdonasen mi ausencia.
Me puse mi trench transparente, y cogí el paraguas más grande que tenia. Siempre he pensado que a pesar de odiar la lluvia, si voy protegido por el print Burberry la lluvia es apenas BSO.

Al llegar al Corte Ingles, mi cuerpo se inundo de un sentimiento conocido. Esa sensación de estar rodeado de cosas que adoras. Pero que curiosamente nunca nadie te las regala. ¿Porque tenia que ser bueno con los demás entonces? Fue entonces cuando mi crisis existencial vio un poco de luz.

No estaba dispuesto a ir a una fiesta de cumpleaños donde acabaría vomitando alcohol importado dentro del armario de las sabanas y la ropa blanca.
Una idea rocambolesca vino a mi mente. Y aunque ya de por si suelo tener épocas malvadas, incluso a mi me pareció una idea pretenciosa y de efectos secundarios notables.

Ver todos esos objetos de codicia despertó en mí la idea de organizar mi propia fiesta bajo el leitmotiv de necesidad.
Organizar una fiesta donde los invitados me regalaran lo que mas ‘necesitaba’ bajo el disfraz de la codicia y el trastorno mental.
Dejé a la dependienta con un regalo mediocre a medio envolver. Y me fui a casa. Cuanto tuve en una lista los nombres de mis 20 íntimos mas directos les llame invitándolos a la que bautice como Present Party.
Todos dijeron que si menos uno. Que me acusó de interesado, y al que respondí que si quería una PP hubiera pensado antes la idea. Tras borrar el número de ese indeseable, me puse manos a la obra. Aquí no importaba pasarlo bien o no. Tan solo importaba que los regalos fueran caros y exclusivos.
Mi papel era fundamental. Sonreír, abrir y hacer cara de sorpresa. Hasta que el ultimo invitado se vaya por la puerta, y entonces puedas dormir abrazado a tus nuevos gadgets, fulares y bolsos nuevos.
El único miedo que podía invadirme, era el que pudiera haber algún regalo repetido, o un regalo costara menos de dos ceros.

Mientras me peinaba no podía evitar sentirme deseado. Por suerte tengo pastillas hasta para estos momentos de confusión mental y estados febriles. El timbre ya sonaba. Y los invitados iban llenando el salón.
Al bajar las escaleras todos aplaudieron. Cosa que agradecí, a pesar de estar ocupado mirando que todo el mundo viniera con regalo. Todos venían con pequeños paquetes. Perfecto, ya sabía por experiencia que en grandes cajas solo venían termomix y chismes inútiles que nunca usaría, y que aunque quisiera hacer, sus libretos de instrucciones eran pequeñas Biblias.
Como buen anfitrión dispuse una mesa para que pudieran exhibirse los regalos, y de paso compitieran entre ellos para ver cual era el más caro. Pronto se mirarían mal lamentándose de no haber sido ellos, los que trajeran el regalo de otro.
La merienda iba progresando, pero todos ellos estaban más ocupados de sus teléfonos que de mi fiesta. Algo me hacia sospechar que algo malo iba a pasar.
Me sentía intranquilo. Había sido demasiado fácil. Jamás hubiese asistido a una fiesta donde solo se requería mi presencia por el regalo. Pero era la moral, la que siempre me hacia ir por el mal camino, así que decidí hacer lo que mejor se me da. Abrir regalos y sonreír. Era aberrante que me sintiera mal en la primera edición de la Present Party.
A cada regalo que abría, me sentía un poco más rastrero por dentro. Por suerte o por desgracia pronto vino mi abuela. Y me dijo que alguien quería hablar conmigo, pero que no quería pasar.

Allí, en el umbral de mi puerta estaba mi amigo. El que si celebraba un cumpleaños, pero que se había quedado sin invitados ni amigos porque todos estaban en mi salón.

-Siempre había pensado que cumplías los años en Febrero.
-¿Lo dices por eso? Tan solo es un piscolabis entre amigos.
-Nuestros amigos
-¿Y que son los amigos, si no mercancía emocional?
-¿Porque no me has invitado a tu fiesta?
-Veras, es que…
-Claro, no me consideras tu amigo.
-No es eso. Es que en realidad esta es tu fiesta sorpresa.
-¿Y porque no la has organizado en mi casa?
-A todo le llamas casa. Esa buhardilla fea y deprimente no es para hacer una buena fiesta.
-Todos ellos han venido a mi casa fea y deprimente.
-Pues eso se acabó. Con todos los regalos que te han traído va a deslumbrar.
-No hago fiestas para los regalos Yo.
-Claro claro, yo tampoco.

Y le deje pasar a mi comedor, donde todo el mundo confundido vio como se les traspasaba de anfitrión. Por suerte el alcohol hizo que nadie hiciera muchas preguntas.
Aunque no todo el mundo lo paso igual de bien. Perdí un montón de regalos de edición limitada, que él nunca sabría apreciar. Y a pesar de que la moraleja tendría que hablar de que no perdí un amigo, me dieron ganas de ahogarle cuando me dijo bajito que esos regalos le parecían bastante pretenciosos y que no iban en absoluto con su personalidad.

41. Esmalte de uñas para chicos poco profundos.


Ayer por la noche lloré como hacia años que no lo hacia. Sentado en las escaleras de mi portal, dejando el protocolo en un descarado segundo plano.
Hacia solo unos minutos que un chico aparentemente perfecto, me había dejado con el típico ‘Me gustas, pero eres demasiado superficial para mi’. Una cita en la que yo hice lo que pude viendo como todo se iba a la mierda.

Por una parte llego a entender su decisión. Pero de aquí a pedir perdón por preferir lacarme las uñas y mirar TV por cable, a leer un Best Seller.
Aunque los chicos como él no soportan los BS. Leen a Kafka y se sienten importantes. Pensándolo fríamente, entre Kafka y yo tampoco puede existir tal abismo. Ambos somos seres atormentados, y adelantados a nuestro tiempo. Salvo que a mi me da sueño leer, y Kafka escribía ladrillos sin faltas de ortografía. Pensándolo bien, tengo todas las de perder, y él luz verde para conquistar el corazón de chicos profundos.

Todos estos pensamientos venían a mi cabeza. Las lágrimas no cesaban, y hasta el portero tuvo que traerme un vaso de agua. Bebiendo agua del grifo, me di cuenta que nunca me había sentido tan solo. Sin querer evitarlo, me quise autolesionar emocionalmente. Soñando como seria mi vida si un chico viniera a mi con flores, o me digiera que había echo una tarta para que merendáramos.

Estos pensamientos suelen ser privados, ya que me avergüenza contarle a alguien que quiero un novio cursi. Pero esta vez tenia la irrevocable necesidad de dejarlos salir de mi mente.
El iman que tengo para chicos violentos, drogadictos, o con tendencia a que los mantengan, no hacían un currículo amoroso digno de presentar. Normalmente solo venían a mi chicos que tenían miedo a mostrar sus sentimientos (si es que los tenían) chicos con una visión tan pésima de la vida, que rozaban mas el suicidio que envejecer a mi lado.
Y cuando encontraba al chico perfecto, o me consideraba superficial, o se sentía presionado porque usara ropa mas cara que la suya.

Tanto es así, que cada día se fue convirtiendo mas difícil, el llegar a confiar en la buena fe. Y me iba convirtiendo en un escéptico emocional capaz de no creer en nadie que diga que el rosa si existe.
A mi venia la necesidad de ir a barras americanas (donde el alcohol es mucho mas barato) y acabar llorando mientras una chica se desnuda al ritmo de Family man de Mike Oldfield. Sumergido entre hombres borrachos que gritan a chicas que les lanzan besos por billetes de 20 euros, me suelo dar cuenta de que para llegar lejos, es mejor una actitud lasciva, y jamás hacer nunca caso de los comentarios de gente que lee a Kafka.

¿Será que mis emociones han pasado al lado oscuro? ¿En que momento el rosa me abandonó a mi suerte? Inconscientemente dejé a un lado el esmalte rosa. El tiempo pasa, y no aún no hay nada ni nadie que me esté atando a la vida. Tal como llegan las estaciones, se marchan y cada vez me siento más solo y amargado. Cada vez tengo mas ganas de dormir y de repente levantarme sumido en un invierno que me advierte de que todo ha vuelto a empezar.


40. Masturbación unidireccional.

De todas las estupideces posibles que se pueden hacer para llamar la atención de alguien, hacerse amigo mío es la más absurda de todas.
Muchas han sido las personas que han querido intimar un poco más conmigo, pero pocas han logrado llegar siquiera a mas que mascotas de estación climatológica.
A estas alturas, es un secreto a voces que mi estabilidad emocional escasea. El otro día sin ir más lejos. Mientras me peinaba delante del espejo no pude evitar sonreírme. Una sonrisa malvada, que hizo que me percatara que ser tan mala persona me hace ver mayor. Sin poder evitarlo me vi preso del pánico, y me encontré untándome la cara con Anti Age, mientras de mis ojos unas lágrimas hacían obsoleto el resultado de la crema.

Y es que mi piel ya no es la de un quinceañero. Y a menudo mi actitud infantil hacia las cosas, hacen que mi epidermis se vaya alejando cada vez mas de mi. Hace dos días que el amor era una prioridad en mi escala de valores, luego lo ocuparon el sentido de la ética, la moral, y la necesidad de ser consecuente con mis actos. Ahora volvían a ser los gadgets de Hello Kitty los cabezas de cartel.
La sensación de no pertenecer a nada ni a nadie era latente. Una crisis existencial se avecinaba. Y lo peor de todo, es que me encontraba en una actitud muy lejana para entrar en el mundo de los ‘Porqués’.

Una vez en el psicoanalista, le pedí que me diera la solución. Necesitaba urgentemente una escala de valores digna de niño de excelentes académicos. Él me miro muy seriamente, y me mandó que le recitara mis 10 valores más inmediatos.
Reconozco que me dio bastante apuro reconocer que mis 8 primeros peldaños eran basados en algo parecido al materialismo y/o a mi primera persona.
Fui listo y le mentí descaradamente. La posibilidad de que la humildad se plantara en mi vida era descabellada, pero eficaz.

Una nueva actitud era el mejor escudo para combatir esa crisis existencial que de bien seguro arrasaría con mis defensas emocionales.
Para que negar que la cara de mi terapeuta era un cromo. Su rostro se movía entre el escepticismo, y la sorna.

-¿Lo estás diciendo en serio?
-Usted nunca me ha tomado en serio, pero le demostrare que puedo ser un chico humilde y responsable.
-A mi no me tienes que demostrar nada. Yo analizo tu interior, y esa inteligencia de la que me hablas es pura fachada.
-No entiendo a que viene esa cara de sorpresa.

No dijo nada más, y salió por la puerta. No entendía nada la verdad. Volvió y con una sonrisa, me comentó que esa sesión seria compartida. No le presté mucha atención, ya que mientras él me explicaba las culpabilidades duales, yo no podía dejar de imaginar quien seria mi compañero de terapia.

Mi intriga no duró mucho más. Por la misma puerta donde había entrado yo entró Jonás. Ya le conocía de la consulta. Era un chulo asqueroso, un pretencioso sin remedio. Y lo peor de todo un chico guapo. Pero esa belleza era poseída por unos delirios de grandeza extremadamente agudos. El terapeuta escribió una nota. Y al pasármela vi que en realidad me retaba a ser humilde al lado de alguien mucho más pretencioso que yo.

Ya en voz alta nos dijo que seria bueno para los dos hacer terapia conjuntamente. Sin más dilatación nos presentó mutuamente.

-Toni ya me conoce.
-Bueno, de vista solo.
-Os podéis haber encontrado por el pasillo.
-O en el vestíbulo.
-Juraría que he visto a Toni paseando por mi calle.
-Eso es lo de menos. ¿Y bien Antoni, que te parece Jonás?
-Que clase de nombre es Jonás?
-Es un nombre bíblico.
-Ah si lo recuerdo.
-Antoni, tu has leído la Biblia?
-A mi no me gusta leer.
-A mi tampoco, pero si, he leído la Biblia.
-Pasando por alto tus mentiras. Antoni ¿Hay algo que le quieras preguntar a Jonás?
-¿Que edad tienes?
- Tengo 23.
- Yo 26.
- No mientas más. Antoni tiene 23 tambíen.
-Usted no tiene nada de humor. Solo era una broma. ¿Te ha molestado Jonás?
-Me da igual.

Jonás fue tan asqueroso que no pude más. Si yo decía blanco, él blanco nuclear. Yo opinaba sobre el negro, y el conocía las profundidades de ese color. Me estaba poniendo enfermo, así que pedí permiso para ir al baño.

Mirándome en el espejo, maldije la gente mas engreída que yo. Claro que no era lógico comparar mi encanto natural con su trastorno mental. Pero eso solo conseguía que yo doblara mi medicación. Así que después de un Tranxilium15 fui a terminar con esa situación incomoda e innecesaria. Yo podría demostrar a ese psicoanalista de pacotilla que podía ser muy humilde. Aunque mirándolo bien, yo ya le había dicho que era humilde desde ya.

Al llegar no había nadie. En el vestíbulo Jonás con la cabeza agachada charlaba con el terapeuta. Por un momento quise pensar que se entendían. Pero dejando a un lado el amarillismo que me consumía, opte por desear que en realidad Jonás estuviese llorando.

Antes de que me pillaran entre en el despacho y me senté en pose humilde. Al entrar el psicoanalista se reía a carcajadas. Según él Jonás estaba convencido que solo me había ido al baño para masturbarme mientras pensaba en él.

La verdad es que esa hipótesis me convertía a mí en un cerdo. Y en un ejercicio de contención, y sobretodo porque me debía a la humildad, preferí respirar hondo y llamar a la elegancia interior. Y es que yo tenia algo que Jonás nunca conocería, y era una agenda de chicos IN, dotados, bronceados y sobretodo volubles con los que pasar noches locas de sexo y pegamento.

No necesitaba en absoluto al terapeuta, me arreglaría como hicieron otros iconos de la humanidad, con la fe, las drogas o un conjunto de todo.
Por otro lado la crisis existencial me pasaría factura. Me vería atropellado y alejado de los hijos de mis vecinos. Que tampoco es que me importaran mucho esos mocosos, pero cuando me mirara al espejo no habría ni rastro de ese chico que era sinónimo de belleza y esperanza.

¿Qué podía hacer si no entregarme a un destino cruel? Un destino que experimentaba con mi vida. Haciendo un ser inestable y peligroso. Días después mi psicoanalista me advirtió que tal vez mirarme al espejo no servía para mas que potenciar la teoría de que mi peor enemigo era yo mismo.

Y no estaba muy equivocado. Ese imán para lo peor de cada gente, era la prueba de que no tenía un karma muy rosado. Aunque pensándolo bien. La lección que me había dado Jonás debería de ilustrarme lejos de hacerme enfadar.
La culpa no era de él. Jonás tan solo fue la bofetada que me hizo dar cuenta que mi vida tenia que ser mas vivida por y para mi, y no tanto de cara a la galería. Al fin y al cabo, mi vida era como un escaparate de Valentino. Cada día se cambiaba el modelo a exponer. El problema es que solo miraban ese escaparate gente sin suficiente cash como para entrar y comprar el vestido.

Esta metáfora no era más que la señal que tenia que cambiar de aires. Y no prodigarme en exceso.
Solo de esa manera encontraría clientela exquisita, que haría llegar la felicidad y la estabilidad a mi vida.Pero mi vida no era un escaparate, y tampoco lo sería por mas que yo quisiera. Esa crisis sería en realidad un azote de humildad. Al menos la necesaria para no acabar siendo como Jonás.Por suerte o por desgracia, jugaba con ventaja, y es que mientras el pobre Jonás viviría por y para relaciones efímeras, yo sabía que mi próxima estabilidad estaba atada a una crisis existencial que no se marcharía así como así.

Aún no sabía muy bien si resignación y humildad iban de la mano. Tan solo conocía un futuro imperfecto, que tendría que ser tratado por un terapeuta que prefería experimentar con sus pacientes, antes que darles la solución a sus problemas.
Por un momento, vino a mi mente la contradicción que a menudo me acompañava. ¿No sería la visión que tenia Jonás de la vida en general, la mejor manera de tomarse las cosas? Es decir, un chico que tan solo vivía por y para si mismo, y que ni tan solo se había molestado en buscar la definición de narcisismo, por no dejar de mirarse en el espejo. No podía ser tan malo, al fin y al cabo me gustaba mas mirarme al espejo que leer. ¿Que podía perder siendo el nuevo Jonás de la consulta?






39. Cuando los Ex novios volvían para joderlo todo.

Nunca he sido partidario de dar carpetazos a las cosas, aún por muy feas que estas se pongan. Encuentro injusto esconder partes del pasado. Y es por eso, que me he auto propuesto acabar con un tema que me azotaba a menudo. Ese tema inundaba de negro mi mundo ya de por si rosa descolorido.
Desde que le di margen a la psicoanálisis, que me ronda por la cabeza el misterio de ¿Por qué los ex novios siempre están volviendo para joderme la vida?
Precisamente por no acudir a terapia, ahora mismo me es poco rentable pensar en ello. Pero es mi obligación moral hacerlo. Y aunque subconscientemente, el problema venga de haber crecido dando carpetazos, a las cosas que se iban poniendo feas en mi camino. Que ahora yo me encuentre sumido en este dilema.
Lo único que he logrado, escondiéndome de mi verdadero Yo, ha sido conseguir que se distorsione, o en el peor de los casos, magnifique la realidad. Me he mentido a mi mismo demasiadas veces. Y esas mentiras, solo han servido para que la realidad y mi versión fueran antagónicas.
El que fuera ‘el amor de mi vida’ me dejó por un chico menos superficial. Y por si eso no fuera suficientemente duro, eso despertó en mí el instinto de la reflexión. Y me doy cuenta de que aun no lo he superado. Y que ese abandono aún sigue pasándome factura.

De mi retorcida mente, han ido saliendo diversas hipótesis.

A) Tal vez él no tenía demasiado tiempo para dedicar a nuestra relación.
B) Tal vez él se aburrió de mi, y de mi adicción a las noches de Bingo+Karaoke+Barra Americana.
C) Tal vez él al ser de ciencias y yo de Bellas Artes, veníamos de mundos demasiado distintos.

Pero eso no fue así. El detonante fue que no soportaba mi constante superficialidad. Y el precio de preferir VOGUE a Schopenhauer lo acabó abonando mi salud mental. Y lo que verdaderamente me fastidio, fue que hablara tan claro conmigo -No es nada personal Toni, solo que necesito un chico mas centrado- claramente vino a decir; tu eres un chico ambiguo, que prefiere llevar los bolsos de su abuela, antes que una riñonera. O es que prefiero un chico que estudie por las noches, y no vaya a locales donde chicas se desnudan para que hombres borrachos les griten improperios, mientras agitan billetes de 20 euros.
Y no le culpo. Tan solo le odio. Pero no a él, si no al otro. Por ser tan asquerosamente perfecto, y cuando tiene 20 euros los prefiere ahorrar para ir al FNAC en lugar de gastárselos en una laca de uñas rosa chicle de Chanel como hago yo. Aunque pensándolo bien. El día que mi ex novio supo que yo conocía la existencia de la cocaína, ni se molesto en saber si yo la consumía. Prefirió montar en cólera y advertirme que no era compatible meterse mierda y taparse con un edredón de Hello Kitty por las noches.
El problema era suyo. Por creer que uno no puede divertirse, tener aficiones, y ser funcional y estético a la vez. Pero eso solo fue una de las miles de cosas que hicieron que el amor del principio se transformara en odio. Y es que cada vez eran mas las ocasiones que ni me molestaba en salir con él. Me divertía rodeándome de maricas frívolas. Y emborrachándome detrás de él.

Un día merendando con Campari mi amigo menos rosado no pudo reprimirse más y explotó.

-¿Hoy tampoco ha venido contigo?
-Pues no, no le he traído
-¿Porque hablas de él como si fuera un perro?
-No digas eso. !Mi perro si que lo he traído!
-Sales más con tu perro que con tu novio.
- Te prometo que lo traeré otro día. ¿Vale?
-¿Podrías molestarte en decir que esta enfermo?
-Pues no. No está enfermo. Y si no viene es porque este no es su sitio. Me siento más como si él no me ve en mi ambiente.
-Pienso que cuando uno tiene pareja, es para lo bueno y lo malo. ¿No crees?
-Con esa pureza no me choca nada que no tengas novio. Les asustas a todos con esa candidez.

- Fuera bromas. Creo que tendrías que plantearte si de verdad le quieres.
-El día que me lo plantee, ya podemos decir adiós al chollo.
-¿Podemos?
-Es el sponsor de nuestra amistad.
-Aunque pensándolo bien. Tampoco hacéis tan mala pareja.

No solo me di cuenta de que vivía rodeado de materialismo, aunque este fuese fraternal. Si no que la alarma de que nada volvería a ser igual, había sido activada. Si lo analizaba fríamente, era yo el que no le quería a él. Ya que pobre siempre se intentaba esforzar por agradarme a mí y a mis amigos. Pero era yo el que no estaba del todo conforme.
Para empezar; ya no me gustaba eso de eres MI novio en sociedad. Es mas, muchas veces que alguien me preguntaba yo negaba estar saliendo con él. Y es que de haber afirmado que estábamos juntos, podía quedar tan poco cool como él. No solo me avergonzaba de él, si no que le acusaba repetidamente de no entenderme. Le anulaba, me reía de su falta de estilo, y le ridiculizaba cuando no sabia pronunciar un diseñador.

Y asumiré que a estas alturas, alguien se pueda estar planteando que hacia alguien como yo, con un chico como él. Pues es bien fácil. Él me dio algo que el mundo rosado jamás pudo darme. Seguridad. Y sobretodo seguridad en mi mismo.

Podia explicarle algo de moda, y el asentía con la cabeza a pesar de no entender nada de lo que le estuviera contando. Nunca puso pega alguna para costear o soportar mis excentricidades. Y siempre que lo necesitaba, ya fuera individualmente o en pandilla, él acudía sin rechistar.
Y sigo sin entender porque. No pude quererle nunca en sociedad. No al menos como si le podía querer en casa. Inexplicablemente cada vez que alguien se unía a nosotros, mi amor hacia él mutaba a odio. No podía evitar criticarle, juzgar todo lo que el podía decir, o hablar durante horas de temas de los que no entendía para aburrirle y que no pudiera abrir la boca. Curiosamente, nunca hablamos en privado del tema. Imagino que él asumiría a su manera el concepto de relación.
Pero lo que nunca pude imaginar, es que mi amigo menos rosado, el mismo que me critico en su día, ahora estaría consolando en las sombras al que aún era mi novio. Ignorante de mí. Nunca imaginé que estarían conspirando su huída.

Hasta que un día Benjamín me llamó y me abofeteo con la cruda realidad.

-¿Toni, estas con tu novio?
-No, esta trabajando. Creo…
-¡No te lo vas a creer!
-¿Que pasa?
-¡Le he visto besarse con otro chico!
-¿Mi novio con otro chico? ¿Será que mezclaste medicamentos y lo confundiste no?
-Que no Toni que no. Que se estaba liando con X.
-No. Dime que eso no es cierto. Que se morree con quien le de la puta gana. Pero con X ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NO!!!!!!!!
-Lo siento Toni.
-Pues no entiendo porque no me ha dicho nada…
-La infidelidad suele llevarse en secreto.
-No creo que sea cierto. Benjamín, sabes que X y yo somos totalmente opuestos.
-Sabes que X nunca ha tenido suerte con los chicos. Le gusta leer y quiere ir despacio, odia la promiscuidad, y le perturba el vicio.
-Igual que a mi novio…
-O ex novio diría yo a estas alturas.
-Que tiene X que no tenga yo. Dime Benjamín una sola razón por la que no tenga que contemplar el tirarme por una ventana como solución final.
-Toni. Lo siento tanto o mas que tu. Pero X no se avergonzara de él como tu si haces. Ademas, si tu y X habeis intentado miles de veces ser amigos, y nunca ha fraguado vuestra amistad.
-Voy a llamarle. Quiero saber la verdad.
-¿Tan directo vas a ser?
-Seamos conscientes de que ignoro contra que me toca competir.
-No te lo tendrías que tomar como algo personal. Pero sabes y sabemos que X te odia.
-Y que culpa tengo de que mi novio no le ponga en antecedentes.
-Ex novio diría yo Toni. Asimilar la realidad te puede ir mejor. Aunque ahora que lo pienso. ¿Él sabe que te llevas a matar con X?
-Es un poco un secreto a voces, pero ahora mismo no se si se lo habré contado alguna vez.
-Si él lo sabe tenemos que actuar. Ten claro que de nosotros no se ríe nadie. Y que no se si podre soportar ver en lo que te vas a convertir si X te levanta al novio.
-Porque no soy yo el que le dejo a él. Eso puede ayudar a mi inestable personalidad.
-Llámame cuando sepas algo. Y aléjate de la ventana.

¿Con que X y mi novio querían consolidar una relación eh? Al llegar a mi casa, mi abuela me dijo que me había llamado mí (hasta ese momento) novio y que por favor le devolviera la llamada. Una enorme excitación inundó mi cuerpo.
Con el teléfono en la mano. Quise revisar mentalmente la situación actual. Yo sabía porque quería hablar conmigo. Así que tenia que impedir que hablara y dejarle por teléfono a él. Así cuando él intentara explicarme que estaba con X yo podría decirle que era una mentira para que yo no le dejara. ¡Era maravilloso! Absolutamente TODO cuadraba a la perfección. Ni yo mismo en mi versión inteligente, podría haber trazado semejante estrategia.


Pero con lo que yo no contaba es que podría estar con X. Y de hecho, fue este quien me atendió la llamada, en lugar de mi novio.

-¿Que quieres?
-Hablar con mi no… digo Tu novio.
-No nos molestes con tus paranoias.
-Solo quiero decirle que le dejo antes de que él me diga que esta contigo.
-Ah. No es mala idea. Ya sabes que tenerte por en medio como ex novio chalado no da buena imagen.
-Me hago cargo de la situación; sois felices. y no quisiera que mi papel pudiera interferir en vuestro proyecto de vida en común.

Los segundos que tardó en pasarme la llamada para que pudiera hablar con su novio a la vez que ex mío, se me hicieron eternos. Cuando él dijo Hola me quede mudo. Esa sensación de cuando se habla con alguien que en su día fue importante en tu vida.

-Hola Toni.
- ...
-¿Toni?
-Al aparato.
-Quería hablar contigo, de hecho quería llamarte pero mi novio no me ha dejado.
-Eres un verdadero imán para los chicos manipuladores tu

-Toni yo…
-¡Nada! Déjame hablar a mi primero.
- Como quieras. Te escucho.
- Lo nuestro no funciona. Y es mejor que rompamos. Te dejo. Te dejo para siempre.
-¡Pero Toni, si yo te quiero a ti!
-Lo que pasa es que tú eres un soso y te dejas liar por el primero que te promete el oro.
-Pero Toni, si tu hiciste lo mismo conmigo…
-¡Es muy diferente! Yo no soy como el mamarracho este que te tiene dominado.
-Pero si yo ni siquiera le quiero. Solo era para ponerte celoso, para que reaccionaras. Para que me tuvieras mas en cuenta.
-Pues no tengo tiempo yo de ponerme celoso tengo que ir a arreglarme!
-¿Saldrás?
-Obviamente, tengo que ir a hacer una fiesta de despechado para que te enteres
-¿Entonces es oficial que lo dejamos?

-Que te dejo yo a ti. Dile a tu romeo que se ponga.

Cuando X se puso al teléfono, y lejos de los oidos de X pudimos hablar con claridad.

-Gracias por todo.
-¿Para que estamos los enemigos bobo?
-Creo que tengo que dejar de hacer estas cosas ¿no crees?
-Hombre, es una manera un poco drástica de sacártelo de encima.
-¿A ti te gusta?
- Él es mono y muy voluble. ¡ME ENCANTA!
-Creo que te debo un favor
-Me conformo con que no nos molestes y desaparezcas de nuestras vidas.
-¡Me encanta como finges!
-Adiós Toni. ¡Mucha suerte!

Y así fue como de alguna manera intente por todos los medios tener una historia triste para contar cuando se habla de los ex novios en McDonald’s. Y he aquí un ejemplo de la realidad pasada por el colador rosa. Fui yo quien me lo quise sacar de encima, pero por alguna razón algo me empujaba a pensar que había sido él el que me abandono. Nunca lo entenderé. Supongo que cuando el terapeuta se refiere a trastornos de la personalidad habla de mi y de mi historia. ¿O eso son delirios de grandeza?

37. Bastarda Remixología.

Cuanto mas me rodeo de mujeres, menos necesito tener clara mi sexualidad. Y eso que la misoginia que vive dentro de mi aún esta dormida.
Probablemente la culpa no sea de ninguno de los dos extremos. Ellas son chicas plásticas y fantásticas, yo solo un borrachuzo encantador. La rivalidad entre ambos es inevitable. No solo somos antagónicos, si no que enemigos improvisados.
Una rivalidad latente, que mi terapeuta considera fruto de la envidia subconsciente de mí hacia ellas. Me parece una estupidez. Puesto que hoy en día un marica puede comprarse unos Lacroix y llevarlos con más dignidad que cualquier fémina.
Pero si a estas alturas alguien cree que solo soy uno de esos homosexuales que solo saben rodearse de niñatas, se equivoca. No negare que me gusta rodearme de chicas, pero son chicas que inevitablemente son pasto de bailes de debutantes.

Durante la primavera, la ciudad condal se prepara. Las familias más importantes de toda Cataluña preparan a sus retoños para que se prometan. Hay quien le llama amor, pero no es más que un intento de fusionar empresas y crear fortunas del mañana. De los bailes de debutantes saldrán todas esas chicas que en pocos años ocuparan las páginas centrales del ¡Hola! Como las más ricas menores de 25. Todas con alianzas y esclavas de Suarez. Ellos lejos de las páginas satinadas ocuparan cargos directivos en despachos con muebles de caoba en las empresas de sus suegros. Y Así el ciclo monetario amoroso hará una vez más las delicias de los negocios bien hechos. En esas fiestas toda la alta sociedad critica a los nuevos ricos, y a su vez envidia a aquellas familias emparentadas con realeza aunque sea de manera fugaz y lejana.

Por suerte o por desgracia, esas son las únicas amistades femeninas que tengo. A ellas les divierte mi actitud transgresora, a mi me gusta que me vean con chicas que nunca repiten Vuitton.
Una simbiosis social, que nos permite disfrutar del otro. Pero curiosamente ambos extremos hemos crecido bajo el azote continuo del protocolo y el saber estar.
Así que lejos de cambiar unos pendientes Chopard por cocaína colombiana, preferimos hacer cosas más penalizadas como eructar fuerte. Eso es vox populi absoluto.

Como marica rosado, disfruto mucho acudiendo a fiestas. Es divertido mofarse de aquellos, que aunque tienen dinero en el banco, para pasar el resto de su vida, siguen siendo victimas de un dress code nefasto.

En estas fiestas de High class, un homosexual es principal divertimiento. Dándose en algunas ocasiones que los anfitriones no tengan más remedio que pasar a un segundo plano más discreto, y rendirse ante los encantos mariquitines.

Pero en el más interior de mis deseos, existe un leve síntoma de acercamiento a ellas. La relación que tengo con las chicas no solo es de puro gorrón. Es una debilidad hacia esas chicas que huelen bien, que nunca repiten bolso, y que tienen el arte de manejar la gama cromática en la sangre.
Jamás de los jamases se me ocurriría dejarme ver con una de esas garrulas que comen pipas y usan pantalones de campana de licra.
Las chicas de las que estoy ‘’enamorado’’ usan Prodigy desde los 16. Tienen saddle en toda la gama cromática y su credo es mi superficialidad infinita.

Pero últimamente, me he dado cuenta de que ellas también son una plaga. Por mucho dinero que tengan, también se mueven por una jerarquía interna. Las categorías están a la orden del día. Y muchas de ellas tienen la solución en la Remixologia. Es decir; el arte de mezclar. Caro y barato. Heredado y recién sacado de la bolsa. Y si no fuera porque una de ellas, capaz de combinar su sidekick con los stilettos, ha precisado mis servicios como comprador personal (no diplomado) no hubiera empezado a investigar sobre las miserias del lujo.

Aunque mas que una clienta, es una lacra que me toca aguantar las últimas semanas. Stella es una adolescente de 17 años recién cumplidos.
Ha decidido que lo suyo no es la universidad. Y se ha convertido a la secta de las ‘Tengo-tantisimo-dinero-que-no-me-hace-falta-trabajar-y-soy-tan-guapa-que-paso-de-estudiar’. Para mas colmo vive cerca de mí. Y últimamente tenemos una relación profunda pero a titulo unilateral.

Las tardes pasarían sin ningún altercado, pero ella hace que de vez en cuando tenga que ir corriendo al lavabo de algún bar a tomarme un par de Tranxiliums. Sin ir mas lejos, el otro día me pidió que fuera su estilista personal. Obviamente su madre no puso impedimento alguno. Eso, sumado a que a mi no hace mucha falta insistirme para que vaya a tomar algo, hicieron que acabara con la cabeza como un tambor por culpa de la conversación tan atropelladamente absurda de Stella.

Opté por hablar de moda con la Biblia en la mano. Así que para definir su estilo caro a la par que hortera compré el Vogue. Pero con miedo a quedar corto un InStyle y un ELLE se quedarían en el banquillo del estilo.
Con un poco de suerte sabría leer. Y me daría margen de maniobra para recuperarme. Y es que Stella tenía llena la cuenta bancaria al igual que la agenda. Me contó historias de estudiantes de mecánica de extrarradio sudados. Y lógicamente no comían con cubiertos de plata cuando estaban con ella.

Al llegar a Starbucks me dijo que no quería entrar -Aquí no se pude fumar, y no quiero tomar café- fue todo lo que se digno a decirme. Así que fuimos a un bar, y entre Marlboro Light y Sprite, me demostró que lo que tenia de guapa lo tenia de tonta.

-¿Te importa si leo en voz alta?
-Stella, esto es un Vogue. ¡Toda su letra junta no suma ni una pagina!
-Ya, pero la letra pequeña la asimilo mejor si leo en voz alta.
-Vogue es la Biblia de la moda, no un cuento troquelado.
-Bueno, tampoco hay mucha letra. Todo es publicidad.
-No son revistas conocidas por un texto extensivo. Aunque si te parece bien, podemos ir mirando las fotografías y te explico un poco. ¿Te parece bien?
-Como quieras.
-Los abrigos vuelven con mucha fuerza. Sobretodo los de pelo natural.
-Pero si estamos en verano, ¿Por qué todas las fotos son de ropa de invierno?
-Stella, la moda va de 6 meses en 6 meses. Se divide en Frio y calor. Y engloba la mitad del año en cada uno.
-O sea que esto es para Invierno ¿no?
-Exacto.
-¿Y como saben que se va a llevar este invierno si aún estamos en verano?
-¡...! Como te decía; los abrigos en materiales nobles. Un visón, un astracán, incluso una Chinchilla es una buena opción. Los abrigos de esquimal son el Must have de la temporada. E invertir en un abrigo esquimal es inversión de futuro.
-Toni
-Dime Stella.
-¿Qué es un esquimal?
-…

Al volver del lavabo le dije que era hora de ir a casa, antes de que me hicieran efecto los tranquilizantes y tuviera que arrastrarme hasta un taxi.
Pero ella me pidió por favor que fuéramos a su casa e hiciéramos revisión de su armario. Sin muchas ganas pensé que con un poco de suerte me regalaría algún bolso, y eso más a dos o tres perfumes que le robara, serian suficientes para calmar mi ansiedad.
Pero la sorpresa fue mía. Cuando vi el ‘armario’ de Stella. Una habitación enorme pintada de dorado y con parquet oscuro. Ese vestidor no solo era enorme, si no que tenía material para dar y regalar. Ese vestidor parecía el de cualquier celebridad mínimamente aconsejada por una troupe de 500 estilistas. Luego al explicarme su madre que toda la ropa que no quería iba al de Stella me explique el porque de ese closet.
Estaba más que claro, que si Stella no fuera hija de quien era, y su padre no trabajara más de 18 horas diarias en una multinacional vestiría de Bershka. Con una jaqueca monstruosa me senté en su cama y le pedí que me hiciera un conjunto de invierno.
Encontré un Jack Danield’s debajo de su cama y me tomé una aspirina masticable. Mientras ella, no paraba de hablar de estupideces varias con la puerta bien abierta.
Al salir no daba crédito a lo que estaba viendo. ¡Una chaqueta de chándal Adidas en seda turquesa fluorescente. Y a los pies unos salones altísimos en print Burberry!

-Stella bonita. El chándal con salones lo llevan las madres de los niñatos de polígono que te follas. Sácate ahora mismo esa abominación estilística y pídeme perdón.
-¿No te gusta?
-No, no me gusta. No solo es abominale si no que acabas de abofetearme con tu mal gusto.
-Vaya. Como me contaste eso de la remix no se que.
-Remixología, y eso es para alumnas avanzadas. Ahora te vestiré yo.
-Bien. Tú tienes muy buen gusto.
-Y demasiada paciencia.

Su closet era lleno de complementos fabulosos. Su madre era británica, y tenía un gusto exquisito. En un rincón unos stilettos preciosos y llenos de polvo esperaban a que esa petarda los destrozara con unos leggins de leopardo. La mandé callar y le hice jurar que esos stilettos de encaje serian su must have de otoño. Su madre me explicó que esos zapatos eran de su abuela. O sea la bisabuela de Stella. Era increíble, esos zapatos que tenia en la mano podían ser perfectamente de los años 20.
Le pedí a Stella que buscara con que ponérselo. Y ella vino a mi con unos jeans Rock&Republic.

Me fui antes de que las lágrimas acudieran a mis ojos. Jurándome a mi mismo que aprendería a odiar con el corazón, a esas niñas malcriadas que lo primero que aprendían era a llamar al Room service.
Stella se quedó preguntando que había echo mal. Su pobre madre mirándola con cara de lastima. Y esos stilettos de los años 20 esperando el día que esa estúpida decidiera ponerselos con unas bermudas de floral print. Pobres zapatos, nunca tendrían que haber salido del panteón de su bisabuela.


36. Encuentros en el templo del Fast Food.


Que yo no viva en Paris, me facilita aún más las cosas. Sobretodo a la hora de pensar en el amor, la primavera y esas superficialidades que pasan por la mente de un post adolescente excesivamente extravagante como yo.
Nunca he dudado que en Paris vive mi versión 2.0, un TH perfeccionado. Que no se deja ver en McDonald’s sudados, ya que prefiere ir de picnic al Bois de Bolougne.

Eso lejos de calmarme, hace que me enfurezca. Me pregunto porque en Barcelona no hay más zonas verdes, para que yo pueda hacer picnics en ellas. Pero como toda Barcelona esta abierta por las obras, seria imposible plantar en lo alto de Paseo de Gracia una torre Eiffel. Por suerte para mi, estos deseos duran poco en mi mente atormentada. Y siempre acabo sentado en McDonald’s.

Mi abuela siempre dice que todo el día estoy comiendo basura. Y no le falta razón. Aunque la verdadera razón por la que me gusta ir al templo del fast food, es por la combinación de mis jeans de Up to 375$ y las sillas de PVC. A veces me gusta imaginar quien pudo estar sentado antes que yo en esa silla. Pero el otro día tuve que posponer ese juego tan personal, porque un chico que estaba barriendo me saludo por mi nombre.

Muchas personas saludan a otras que ni conocen por simple decoro, pero ese chico dijo mi nombre. Debía imaginar que ese chico me conocía, pero el simple echo de que trabajara en McDonald’s, me dificultaba recordar en que momento de mi vida me pudo ser presentado.

Por un momento el pánico me invadió. Tenia que aprender a beber. Y sobretodo a esconder según que información al que algún día tendría que ser mi marido. Siempre que bebía un poco más de la cuenta, le contaba mi vida al primero que pasaba. Pero por mas que me esforzaba, tampoco conseguía mentalizar el momento en el que me emborrachara en McDonald’s.
Aunque usando la lógica. Esa cadena de comida rápida hacia mis funciones culinarias, y ese chico escucharía mi nombre en algún momento, o lo podía haber leído en mi tarjeta de crédito. Pero lo curioso es que su cara me era enormemente familiar.

Una excitación interior iba creciendo paulatinamente. Tenia que encontrar una excusa para tener contacto con él.
Así que después de varios intentos me encontré con su turno. Y con una excusa poco original me dirigí a él.

-Disculpa, ¿tienes un sobre de Mahonesa?
-Claro, son 30 céntimos. Aquí tienes.
-Muchas gracias.

Con esta mierda conversación, era totalmente imposible ponerle nombre al susodicho. Y encima no llevar gafas por eso de hacerme el interesante, me dificulto ver su cara. Por suerte, él chico me dio más conversación, antes de que mi conversación conmigo mismo con un sobre de mahonesa en la mano me hiciera quedar como un retardado mental.

-¿Tienes suficiente con un sobre?
-Eh, ¡Si! ¿Pero podría ser Light?
-Esta ya es Light.
-Ah, oh… Pero como has sabido que la quería Light.
-Porque tu todo lo comes y bebes Light.
-Y que curioso que desayune, almuerce, meriende y cene en McDonald’s.
-Paradojas de la vida. Aunque estás mucho mejor ahora que no cuando estabas tan delgado.

Algo no cuadraba. Tenia entendido que los turnos de burguer eran largos. ¿Pero tanto como para recordar cuando yo tomaba clenbuterol, y perdía 3 kilos semanales? ¡Eso era explotar a la gente! Al final él chico hasta ese entonces anónimo, se puso al mando de la conversación, dejándome a mí en ese plano perpetuo de chico mono que soporta una gran presión.

-Hoy has venido solo.
-No quería comer en casa, y por eso vine.
-¿Donde estás trabajando ahora?
-Estoy haciendo de estilista de moda no titulado.
-¿Ya no haces eso de las tendencias?
-Coolhunter está obsoleto, a parte es muy sacrificado y, ¡espera! ¿Cómo sabes tu eso?
-Uno que pregunta por ti. Aunque veo que no te acuerdas de mí.
-Pues ahora mismo No. Lo siento.
-¿Con quien te sentabas tú en el colegio?
-¡No me lo puedo creer! ¿Nicolás eres tú?
-Si, soy yo. Pero todo el mundo me llama Nico.
-Cuantos años hace. ¿Pero que estas haciendo tú aquí?
-Mira, uno que no ha tenido tanta suerte como tu.
-Lo que es la vida ¿eh?
-Ya hace días que quería decirte algo. Pero como siempre vas tan bien acompañado.
-¿Y porque no has venido nunca?
-Bueno, tampoco quiero que tus amigos chismorreen si te ven hablando con un cualquiera.
-Me ofende que pienses eso de nosotros
-Bueno de ti no lo se. Pero cuando vas con tus amigos eres distinto.
-Tal vez el problema pueda ser tuyo.
-¿Mio?

-Por querer vivir estancado en el pasado.
-No quiero discutir.
-Es mejor no hacerlo. Pero esta tarde quiero que merendemos juntos, y así veras que no he cambiado tanto.
-Me gustaría mucho de veras.
-Pues esta tarde a las 6 en Sandwich&Friends. Que tenemos mucho de que hablar.
-Allí estaré.

Me entristecía que Nicolás pensara que yo era diferente. Al fin y al cabo con él había pasado absolutamente toda mi infancia. Y no pensaba permitir que nuestras vidas actuales nos distanciaran. Así que para que conociera a mi Yo actual, decidí invitar a mis amigos. Opté por no advertirles que venia alguien nuevo, así como tampoco le dije a Nicolás que no estaríamos solos. Y a pesar de que Nicolás era heterosexual podría ser el artista invitado a mi elenco de chicos de color de rosa.

Sentado en Sandwich&Friends con Pelayo y Ricochet. Hablando de los últimos cotilleos. Y Nicolás entró por la puerta quedándose blanco como el papel. Se sentó en nuestra mesa, y delante de la cara de asombro de mis amigos dijo;

-Ya te vale. Pensé que vendrías solo. Me voy a casa, ya nos veremos.

Inconscientemente me vi corriendo tras él. Y el me miró con cara de pocos amigos.

-¿Querías reírte de mi verdad?
-¡No digas bobadas! Aquí nadie se quiere reír de ti.
-¿Y entonces porque has venido con esos?
-Esos quieren conocerte.
-¡Porque tú les obligas!
-Tú eres una persona muy interesante y dejas que tu empleo te condicione
-Lo que pasa es que no quiero que un par de pijos se rían de mi.
-¿Eso es lo que crees de mi? ¿Que soy un pijo que se cree mejor que los demás?
-Y que encima se avergüenza de su pasado dejando a los demás como una mierda.
-Nicolás ¿Cual es tu problema? El que no se reconoce eres tu
-¿Yo porque?
-Eres tú el mediocre que se ha conformado con lo primero que le ha venido, un empleo de mierda en un sucio McDonald’s.
-Yo nunca he hecho nada de lo que me pueda avergonzar.
-¿Y yo te puedo asegurar que tampoco!
-Has cambiado Toni. Tú ya no eres el mismo.
-Entre otras cosas porque mi personalidad es esta y tu estas agarrado al pasado.
-Pues entonces no quiero saber nada más de ti.

Y así fue como se rompió la última cosa que me podía atar con nostalgia a mi pasado. La superficialidad volvería a cubrirme con su manto. Mi oportunidad de ganar un poco de humildad acababa de evaporarse delante de mí. Cuando entré Ricochet y Pelayo hablaban sobre el intento de secuestro de un directivo de la Nestlé. Pero pareció ser que mi presencia les intrigo mas que el final del magnate.

-¿Estabas hablando con ese del Burguer?
-¡Pero que dices! ¡Como quieres que hable yo con un empleado!
-Pues hemos visto como se sentaba en esta mesa y te hablaba de tú a tú.
-Es un atrevido.

-Ah, ya nos extrañaba.

Me di cuenta que al Toni de Paris esas cosas jamás le pasarían. Porque entre otras cosas en la ciudad de la luz los chicos como yo no van a la escuela, para evitar accidentes tan desagradables como ese en sus prometedores futuros.