37. Bastarda Remixología.

Cuanto mas me rodeo de mujeres, menos necesito tener clara mi sexualidad. Y eso que la misoginia que vive dentro de mi aún esta dormida.
Probablemente la culpa no sea de ninguno de los dos extremos. Ellas son chicas plásticas y fantásticas, yo solo un borrachuzo encantador. La rivalidad entre ambos es inevitable. No solo somos antagónicos, si no que enemigos improvisados.
Una rivalidad latente, que mi terapeuta considera fruto de la envidia subconsciente de mí hacia ellas. Me parece una estupidez. Puesto que hoy en día un marica puede comprarse unos Lacroix y llevarlos con más dignidad que cualquier fémina.
Pero si a estas alturas alguien cree que solo soy uno de esos homosexuales que solo saben rodearse de niñatas, se equivoca. No negare que me gusta rodearme de chicas, pero son chicas que inevitablemente son pasto de bailes de debutantes.

Durante la primavera, la ciudad condal se prepara. Las familias más importantes de toda Cataluña preparan a sus retoños para que se prometan. Hay quien le llama amor, pero no es más que un intento de fusionar empresas y crear fortunas del mañana. De los bailes de debutantes saldrán todas esas chicas que en pocos años ocuparan las páginas centrales del ¡Hola! Como las más ricas menores de 25. Todas con alianzas y esclavas de Suarez. Ellos lejos de las páginas satinadas ocuparan cargos directivos en despachos con muebles de caoba en las empresas de sus suegros. Y Así el ciclo monetario amoroso hará una vez más las delicias de los negocios bien hechos. En esas fiestas toda la alta sociedad critica a los nuevos ricos, y a su vez envidia a aquellas familias emparentadas con realeza aunque sea de manera fugaz y lejana.

Por suerte o por desgracia, esas son las únicas amistades femeninas que tengo. A ellas les divierte mi actitud transgresora, a mi me gusta que me vean con chicas que nunca repiten Vuitton.
Una simbiosis social, que nos permite disfrutar del otro. Pero curiosamente ambos extremos hemos crecido bajo el azote continuo del protocolo y el saber estar.
Así que lejos de cambiar unos pendientes Chopard por cocaína colombiana, preferimos hacer cosas más penalizadas como eructar fuerte. Eso es vox populi absoluto.

Como marica rosado, disfruto mucho acudiendo a fiestas. Es divertido mofarse de aquellos, que aunque tienen dinero en el banco, para pasar el resto de su vida, siguen siendo victimas de un dress code nefasto.

En estas fiestas de High class, un homosexual es principal divertimiento. Dándose en algunas ocasiones que los anfitriones no tengan más remedio que pasar a un segundo plano más discreto, y rendirse ante los encantos mariquitines.

Pero en el más interior de mis deseos, existe un leve síntoma de acercamiento a ellas. La relación que tengo con las chicas no solo es de puro gorrón. Es una debilidad hacia esas chicas que huelen bien, que nunca repiten bolso, y que tienen el arte de manejar la gama cromática en la sangre.
Jamás de los jamases se me ocurriría dejarme ver con una de esas garrulas que comen pipas y usan pantalones de campana de licra.
Las chicas de las que estoy ‘’enamorado’’ usan Prodigy desde los 16. Tienen saddle en toda la gama cromática y su credo es mi superficialidad infinita.

Pero últimamente, me he dado cuenta de que ellas también son una plaga. Por mucho dinero que tengan, también se mueven por una jerarquía interna. Las categorías están a la orden del día. Y muchas de ellas tienen la solución en la Remixologia. Es decir; el arte de mezclar. Caro y barato. Heredado y recién sacado de la bolsa. Y si no fuera porque una de ellas, capaz de combinar su sidekick con los stilettos, ha precisado mis servicios como comprador personal (no diplomado) no hubiera empezado a investigar sobre las miserias del lujo.

Aunque mas que una clienta, es una lacra que me toca aguantar las últimas semanas. Stella es una adolescente de 17 años recién cumplidos.
Ha decidido que lo suyo no es la universidad. Y se ha convertido a la secta de las ‘Tengo-tantisimo-dinero-que-no-me-hace-falta-trabajar-y-soy-tan-guapa-que-paso-de-estudiar’. Para mas colmo vive cerca de mí. Y últimamente tenemos una relación profunda pero a titulo unilateral.

Las tardes pasarían sin ningún altercado, pero ella hace que de vez en cuando tenga que ir corriendo al lavabo de algún bar a tomarme un par de Tranxiliums. Sin ir mas lejos, el otro día me pidió que fuera su estilista personal. Obviamente su madre no puso impedimento alguno. Eso, sumado a que a mi no hace mucha falta insistirme para que vaya a tomar algo, hicieron que acabara con la cabeza como un tambor por culpa de la conversación tan atropelladamente absurda de Stella.

Opté por hablar de moda con la Biblia en la mano. Así que para definir su estilo caro a la par que hortera compré el Vogue. Pero con miedo a quedar corto un InStyle y un ELLE se quedarían en el banquillo del estilo.
Con un poco de suerte sabría leer. Y me daría margen de maniobra para recuperarme. Y es que Stella tenía llena la cuenta bancaria al igual que la agenda. Me contó historias de estudiantes de mecánica de extrarradio sudados. Y lógicamente no comían con cubiertos de plata cuando estaban con ella.

Al llegar a Starbucks me dijo que no quería entrar -Aquí no se pude fumar, y no quiero tomar café- fue todo lo que se digno a decirme. Así que fuimos a un bar, y entre Marlboro Light y Sprite, me demostró que lo que tenia de guapa lo tenia de tonta.

-¿Te importa si leo en voz alta?
-Stella, esto es un Vogue. ¡Toda su letra junta no suma ni una pagina!
-Ya, pero la letra pequeña la asimilo mejor si leo en voz alta.
-Vogue es la Biblia de la moda, no un cuento troquelado.
-Bueno, tampoco hay mucha letra. Todo es publicidad.
-No son revistas conocidas por un texto extensivo. Aunque si te parece bien, podemos ir mirando las fotografías y te explico un poco. ¿Te parece bien?
-Como quieras.
-Los abrigos vuelven con mucha fuerza. Sobretodo los de pelo natural.
-Pero si estamos en verano, ¿Por qué todas las fotos son de ropa de invierno?
-Stella, la moda va de 6 meses en 6 meses. Se divide en Frio y calor. Y engloba la mitad del año en cada uno.
-O sea que esto es para Invierno ¿no?
-Exacto.
-¿Y como saben que se va a llevar este invierno si aún estamos en verano?
-¡...! Como te decía; los abrigos en materiales nobles. Un visón, un astracán, incluso una Chinchilla es una buena opción. Los abrigos de esquimal son el Must have de la temporada. E invertir en un abrigo esquimal es inversión de futuro.
-Toni
-Dime Stella.
-¿Qué es un esquimal?
-…

Al volver del lavabo le dije que era hora de ir a casa, antes de que me hicieran efecto los tranquilizantes y tuviera que arrastrarme hasta un taxi.
Pero ella me pidió por favor que fuéramos a su casa e hiciéramos revisión de su armario. Sin muchas ganas pensé que con un poco de suerte me regalaría algún bolso, y eso más a dos o tres perfumes que le robara, serian suficientes para calmar mi ansiedad.
Pero la sorpresa fue mía. Cuando vi el ‘armario’ de Stella. Una habitación enorme pintada de dorado y con parquet oscuro. Ese vestidor no solo era enorme, si no que tenía material para dar y regalar. Ese vestidor parecía el de cualquier celebridad mínimamente aconsejada por una troupe de 500 estilistas. Luego al explicarme su madre que toda la ropa que no quería iba al de Stella me explique el porque de ese closet.
Estaba más que claro, que si Stella no fuera hija de quien era, y su padre no trabajara más de 18 horas diarias en una multinacional vestiría de Bershka. Con una jaqueca monstruosa me senté en su cama y le pedí que me hiciera un conjunto de invierno.
Encontré un Jack Danield’s debajo de su cama y me tomé una aspirina masticable. Mientras ella, no paraba de hablar de estupideces varias con la puerta bien abierta.
Al salir no daba crédito a lo que estaba viendo. ¡Una chaqueta de chándal Adidas en seda turquesa fluorescente. Y a los pies unos salones altísimos en print Burberry!

-Stella bonita. El chándal con salones lo llevan las madres de los niñatos de polígono que te follas. Sácate ahora mismo esa abominación estilística y pídeme perdón.
-¿No te gusta?
-No, no me gusta. No solo es abominale si no que acabas de abofetearme con tu mal gusto.
-Vaya. Como me contaste eso de la remix no se que.
-Remixología, y eso es para alumnas avanzadas. Ahora te vestiré yo.
-Bien. Tú tienes muy buen gusto.
-Y demasiada paciencia.

Su closet era lleno de complementos fabulosos. Su madre era británica, y tenía un gusto exquisito. En un rincón unos stilettos preciosos y llenos de polvo esperaban a que esa petarda los destrozara con unos leggins de leopardo. La mandé callar y le hice jurar que esos stilettos de encaje serian su must have de otoño. Su madre me explicó que esos zapatos eran de su abuela. O sea la bisabuela de Stella. Era increíble, esos zapatos que tenia en la mano podían ser perfectamente de los años 20.
Le pedí a Stella que buscara con que ponérselo. Y ella vino a mi con unos jeans Rock&Republic.

Me fui antes de que las lágrimas acudieran a mis ojos. Jurándome a mi mismo que aprendería a odiar con el corazón, a esas niñas malcriadas que lo primero que aprendían era a llamar al Room service.
Stella se quedó preguntando que había echo mal. Su pobre madre mirándola con cara de lastima. Y esos stilettos de los años 20 esperando el día que esa estúpida decidiera ponerselos con unas bermudas de floral print. Pobres zapatos, nunca tendrían que haber salido del panteón de su bisabuela.


1 comentario:

el Shysh dijo...

Esta historia suena un poco inverosímil o es que tienes imán para los encefalogramas planos????? Eso sí hay dos frases destacables que me han hecho sonreir.
-¿Qué es un esquimal?
- toda la revista no llega a una página de letra (cito de memoria).

Una aclaración: si ya tienes una cosa no puede ser un must have, porque ya la tienes.