48. Dramatismo en Wellington Road.

El futuro al igual que la muerte nos puede estar esperando en cualquier esquina. Aguardando cualquier paso en falso para darnos un anticipo de los que nos tiene preparado.
Dicen que el futuro suele ser caprichoso. Y que este no siempre tiene la misma idea que nuestros padres, sobre el futuro que mas nos conviene. A pesar de ello no todo es tan trágico. Tener una buena agenda llena de contactos, nos puede ayudar a que ese futuro pase de largo sin parar delante de nuestro buzón.

¿Aunque que puede pasar cuando no se tiene esa agenda? Cuando se es un simple mortal en mitad de una crisis existencial. Cuando nada tiene sentido, y cuesta encontrar motivos para levantarse por las mañanas.

Ese era el problema de Gustavo. Un chico que después de estudiar toda su vida, se dio cuenta de que su subconsciente se encontraba con necesidades importantes que cubrir. Unas necesidades que nunca saldrían de sus libros de texto, ni en millones de folios llenos de apuntes guardados en carpetas polvorientas.


Sus padres no supieron que decir cuando Gustavo les dijo que quería encontrarse a si mismo. Unos padres sacrificados que no hicieron nada bueno con sus vidas, con la esperanza de tener un hijo triunfador, del que sentirse orgulloso el resto de sus mediocres existencias. P
ero de nada sirvieron las amenazas del padre ni los llantos de una madre sufrida. Gustavo tenia claro que sus estudios podían esperar, y que tenia por delante mucho camino hasta encontrarse a si mismo.

Obviamente sus padres no entendieron nada. Tan solo vieron ante sus ojos como su único hijo estaba planeando una marcha lejana. P
ara ellos no era más que un desagradecido. Alguien ingrato que no sabía valorar el sobreesfuerzo que habían tenido que hacer para que hoy luciera una educación ejemplar. El nivel de Gustavo daba mil vueltas al de cualquiera que pudiera rodearle,
y empezaba a conseguir que algunos profesores se sintieran amenazados por los conocimientos del susodicho.

Aunque realmente todo era mucho mas simple.
Gustavo, tenia dentro de si un pesar. Y es que subconscientemente se sentía avergonzado de sus orígenes. Era hijo de una madre que fregaba escaleras, y un padre que nunca sería ascendido en esa fabr
ica de polígono gris donde ya se jubilaría sin pena ni gloria.

De manera secreta pretendía romper con todo eso. Pobre Gustavo. Ignoraba que las raices nos siguen para siempre. Que por
más lejos que quiera marcharse uno, siempre van a estar latentes. ¿Pero que pudo llevar a alguien brillante, con un futuro aún por inaugurar, querer irse (tan) lejos de todo lo que conocía hasta el día de hoy? ¿Era tanta la vergüenza a la que se veía sometido? ¿O tan simple como que ansiaba con no tener que incluir a esa clase de padres en una futura vida, lejos de la periferia de la ciudad condal?

Por suerte estudiar no había llenado toda su insulsa vida. Gustavo había empezado a trabajar con solo 16 años. Y combinando sus estudios con sus empleos había conseguido una cartilla de ahorros interesante. Eso le permitía soñar con una vida (mejor) lejos de una casa donde todo olía a Xanpa Limón. Y se cenaba lo que sobraba de la comida, día si día también.

Tenía suficiente dinero para empezar una vida sin tener que mirar atrás. Una vida a parte de la que sus padres querian compartir con él. Una vida antagónica a la que sus padres habian ideado para él.

Aunque mi relación con Gustavo siempre fue más bien tirante, hizo que de alguna manera su historia abriera en mí interrogantes. ¿Porqué la gente tenia esa necesidad de irse lejos para encontrarse a si misma? ¿Es que Barcelona no era una buena ciudad para las reflexiones?
Gustavo me parecía un poco el alter ego de Dorothy en busca de respuestas. Caminando por el camino de adoquines amarillos rumbo a Oz. Fue hablando de manera caótica con él, pero en un símil del clásico tú a tú que hablé con él encontrando delante de mi, respuestas a corto plazo.

Él pensaba que mi vida era demasiado cómoda. Yo pensaba que él era un idiota. Pero la moraleja no se hizo esperar. Era una mañana de primavera, cuando iba yo caminando tranquilamente por la calle Wellington. Gustavo subía esa misma calle con una bicicleta.

-¿Que haces tan lejos de tu barrio?
-Ya que no vienes a verme tu al mío.
-No se Gustavo. Solo que me parece que vives un poco lejos de aquí ¿No?
-Me gusta este barrio.
-A mi también, cosa que no puedo decir del tuyo.
-Puedes estar tranquilo Toni. A mi tampoco me gusta mi barrio. Pero para eso están los cambios. Para arreglar aquello que no nos gusta.
-¿Me estás diciendo que buscas casa para formar familia y tener hijos?
-No corras tanto. Solo te digo que me gusta esta zona.
-No verás mucho chico joven viviendo solo por aquí. No me parece precisamente una zona estudiantil.
-Tu y tus estúpidos prejuicios.
-Conozco mejor esta zona que tú.
Pues si toda la gente que vive en la calle Wellington son como tú, ya no me interesa tanto. Y de paso te informo que ya no estoy estudiando.
-¡Y a mi que me importa!
-Solo te estoy dando la exclusiva para cuando meriendes con tus amiguitos en la Diagonal. He dejado los estudios.
-¿Pero si tu siempre has estudiado. Es que ya te has licenciado?
-Uno no se suele licenciar a los 23 años. Pero como tu vives por encima de cualquier regla académica…
-¿De verdad crees que me quita el sueño? Me da absolutamente igual no tener ni idea de cuando uno se gradúa, se licencia o le hacen el doctorado. Solo me pica la curiosidad saber que haces con una bicicleta en mitad de la calle Wellington.
-Es tan fácil como que me interesa conocer cosas nuevas.
-Tan listo que eres. Porque no te vas a la zona del Forum. Esa es la zona nueva de Barcelona. ¿Qué sentido tiene venir aquí arriba?
-Es una parte de la ciudad que me gustaría conocer. Tal vez me acabe gustando tanto como a ti.
-¿A mi? Me da igual. Yo no vivo en esta calle.
-Toni. ¿Te puedo hacer una pregunta?
-Puedes intentarlo.
-Porque me pareces tan complicado. ¿Nunca se han despertado en ti la necesidad de hacer cosas nuevas. Explorar, viajar, descubrir? Me parece que haciendo gala de esta vida tan ostentosa, nunca saldrás de Barcelona. Te crees distinto, pero a mí y a mucha gente nos pareces mediocre. ¿No sientes la necesidad de encontrarte a ti mismo? Tienes 23 años y sigues con la misma vida cómoda que has tenido siempre.
-¿Eso crees?
-No se. Dímelo tú. He oído mil historias sobre que lo has pasado mal, de que has tenido problemas que a mi parecer son chungos, pero siempre tienes ese gesto de asco en tu cara. Como si vivieras rodeado de mierda. No te molestas ni en parecer pedante, simplemente eres alguien frívolo e insubstancial.
-Gustavo. Tienes razón. Lo he pasado mal. Muy mal. He vivido cosas muy dolorosas. Algunas buscadas por mi, lo reconozco. Pero cuando el dolor que te llena por dentro es tan inmensamente grande, no puedes hablar de otra cosa. Y la gente que te rodea te lo permite unos días, unas semanas, a lo sumo unos meses. Pero llega un momento que empiezan a dejarte de lado, porque solo sabes hablar de lo mismo. Y entonces, en una actitud heroica, tienes que masticar todo ese dolor y tragarlo. Para poder estar bien delante de todas esas personas. Porque lo ultimo que necesitas es quedarte solo.
-Toni yo… no se que decir.
-Limítate a no volver a pisar mas la calle Wellington.

Y se fué. Calle abajo con su bicicleta raída y sucia. Con esa cara de idiota que le caracterizaba. Me importo una mierda a donde se marchara. Era un cretino que iba a saber de la vida únicamente lo que pudiera leer en un libro.

Sus sentimientos no me parecian validos. Solo eran una excusa en busca de una vida mejor.




3 comentarios:

Fuzz dijo...

Antoni, de verdad, cada vez que leo una de tus historias me quedo sin palabras; no sé como lo consigues :)
Sinceramente, yo tambien opino que llega un momento en que necesitas un cambio de aires, aunque Gustavo fue demasiado drástico.
Y sigue escribiendo asi, de veras, me encanta :)

Un besazo!!

BLANK dijo...

cari, tu tan positivo como simempre eh?
haha soy el unico al que tratas bien?
por que eso parece!
hahaha!
LOL
XOXO

Thiago dijo...

jaja si, eso digo yo,... pq ahora tratas bien a Jimbi y a mi me quieres hacer un perfume de aguarrás.... Pq Jimbito te llama cari? Quiere ser yo? pero acaso no sabe que tu eres mio solo? jajaja

Gustavo es un pelma, la gente que huye y se va lejos para encontrarse, lo mas que va a encontrar es su propir capacidad de encontrar nada....

Bezos.