52. Existencialismo en voz alta II.

Supongo que no es difícil mirar atrás en el tiempo cuando has tenido una vida llena de buenos momentos. En mi caso todo lo que veía era terriblemente abstracto. Según mi terapeuta y sus manuales Freudianos era el típico caso de paciente que vive al borde de una dominación hormonal. Como si de una adolescencia perpetua se tratara, corría el riesgo de levantar el odio ajeno por allá donde pisaran mis mocasines de cocodrilo.

Han sido tantas mañanas en las que me levantaba con un rictus torcido en mi rostro. Mi subconsciente me mandaba un mensaje negativo una y otra vez. Al salir a la calle me daba cuenta de que mí alrededor era patéticamente voluble. Vivian con la mala educación como credo, y la ética vivía encerrada en el olvido, como en un segundo plano casi inexistente.

En mitad del bien y el mal vivía yo. Preguntándome a mi mismo si mi relación con Gustavo llegaría a algún lado. Siempre había sido consiente de que tenía la clave para acabar con todo eso, pero prefería alejarme de todo aquello que pudiera ensuciar mi pelo o mi conciencia. En pleno siglo XXI me sentía un sordomudo emocional. Y la culpa era mía por creer que las emociones y sentimientos también podían bajarse con ayuda de iTunes. Lo había apostado todo a la casilla rosa y lo había perdido todo quedándome única y exclusivamente con la compañía de Gustavo.

Un buen día me di cuenta de que tenía que hablar con Gustavo. Necesitaba contarle como me sentía y sobretodo contarle todo aquello que él no vería nunca por culpa de mi actitud más hermética. Si le decía toda la verdad Gustavo podía sentirse ofendido. ¿Por qué todo se ponía en mi contra? ¿Era posible que a mis 22 años ya arrastrara lo peor del diccionario?

Podía decirle a Gustavo que después de 4 meses de relación no estaba seguro de si le quería. Claro que sí hacía eso me auto condenaría a una vida de huidas en autobuses por carreteras secundarias, viviendo una vida igual que un telefilme de serie B donde el protagonista nunca consigue tener las riendas de su propia vida.
Habia llegado la hora. Gustavo vino a mi encuentro y al besarme se dio cuenta de que yo estaba ansioso.

-Algo no va bien. ¿Que te pasa por esa cabecita loca?
-Si tuviera que hacer una lista con todas las cosas que me han comportado ser como soy, imagino que me vería obligado a corregir mi manera de ser.
-A mi me gusta mucho como eres. No quiero que cambies solo porque un terapeuta te lo haya recomendado.
-Si miro atrás todos mis recuerdos están pintados en un fondo de psicoterapia. No quiero que nuestra relación se vea afectada, pero temo que primero va mi autoestima.
-¿No soy compatible con ella?
-Encerrado en una relación monógama, me doy cuenta de que no estoy siendo fiel a mis ideales. Ayer caminaba por la calle pensando que habían levantado el asfalto para mí, y ahora he dejado de preguntarme porque aún no tengo mi propia avenida.
-Eso se llama madurar.
-A veces tengo miedo de que tanta felicidad se termine.
-¡Pero si esto no ha hecho mas que empezar!
-Gustavo. Quiero que me entiendas. La vida de las personas da demasiadas vueltas como para sentir de pronto la necesidad de entregárselo todo a una misma persona.
-No te estoy pidiendo nada que no sepa que puedes darme.
-No se si quiero dárselo a nadie. Ese es el problema.
-Pero yo te quiero, y noto que tú también me quieres a mí.
-Gustavo, no me lo hagas aún más difícil. Necesito tiempo para aclarar lo que siento.
-Tú mismo, pero quiero que sepas que no voy a esperarte toda la vida.

Pronto descubrí que realmente sentía miedo al compromiso. A mis 22 años no podía imaginarme la vida atado a nadie que no se llamara Louis Vuitton. Y eso lejos de ser triste, hizo que me sintiera aliviado. Gustavo se marchaba sin mirar atrás. Y mi vida tenía toda la pinta de seguir siendo un circo de tres pistas. Pero ahora estaba totalmente ajeno a un pasado turbulento de excesos y experimentos sociales con la gente de a pie, para disfrute de una burguesía que ya me había dado la carta de despedida.

Supongo que Gustavo tenía toda la razón. Estaba madurando, y eso era algo que no podría ver nunca en un espejo. Se había terminado llegar a casa tocada la primera misa de la mañana. Adiós a la dificultad para abrir mi puerta porque las borracheras me quitaban el equilibrio. Jamás volvería a usar las tarjetas de crédito, para nada que no fuera pagar una compra. Los delirios de heredero no romperían nunca más una relación.

Antes de que Gustavo cruzara la calle, corrí tras él. Había llegado la hora de escoger. Que más daba que mis amigos o un terapeuta digieran. Se trataba de mi felicidad. Gustavo podía ser pobre, podía no entender nada cuando le hablara de moda, pero me quería. No le importaba escuchar horas y horas de MTV a todo volumen. Fashion TV ya estaba pre sintonizado en su mando a distancia, y cada día podíamos ser un poco más felices.

Gustavo era el mejor acompañante para ir en busca de un destino que mi entorno me había estado escondiendo. Si me quedaba con él haría enfadar a muchas personas, pero lo mas importante es que rompería con el protocolo emocional que me tenía atado a ser la oveja rosa de mi comunidad.

Cuando se lo conté a Ricochet este me miro desafiante. En sus ojos podía ver la desaprobación inmediata. Pero me daba totalmente igual. Estaba cansado de ser su amigo fashionetti. Necesitaba empezar a vivir mi vida.
¿Para que eran tan marcadas las pautas emocionales si nadie les hacía caso? ¿Eran a caso necesarias las señales de indicación para la gente que no entendía las metáforas del destino?
Si algo tenía claro es que Gustavo me permitiría encontrarme a mi mismo, sin necesidad de recurrir a escaparates, barbitúricos o sesiones de psicoanálisis a 80 euros la hora. Solo dependía de mi mismo. De querer hacer las cosas bien y ante todo ver el lado positivo de las cosas. Gustavo estaba conmigo por quien era, y no por lo que tenia en el banco o colgado de mi armario. Y eso era mucho más que lo que podía decir mi antiguo Yo.

3 comentarios:

Fuzz dijo...

Toni!
No se porque, pero no puedo evitar que Gustavo me caiga genial. Parece tan dulce...
Me tienes de los nervios por saber como trancurrirá la historia!

Un beso :)

Fuzz dijo...

Ups!
Bueno, esa no era la idea inicial, me había equivocado, aunque mereces esos dos dibujos :)
Pero no esperes gran cosa, eh!
Son tan solo dibujos hechos con mucho cariño :D

Anónimo dijo...

Petardo! Bon any!! Ja veig que continues tan fidel a tu mateix com sempre! Me n'alegro!!