53. Felicidad VS Egoísmo.



Desde el Palace hasta McDonald’s todo el mundo iba lleno. Siendo la noticia anual del mundo rosa. El cotilleo que todos los maricas tenían entre boca y oreja. Podías oír hablar del romance en cualquier cuarto oscuro, en el almacén de Gucci y por supuesto en mi teléfono.

Ricochet me llamaba cada dos por tres emocionado. Se había consolidado mi relación con Gustavo. Tanto que este se había auto prometido conmigo. Significando eso que no existía nada mas a su alrededor.

Sin necesidad de que yo aceptara su alianza o le digiera un si quiero.
Gustavo se había auto impuesto organizar en un año lo que otros dejaban para toda una vida. Su promiscuidad emocional daba bendición de sobras a una relación que al parecer solo yo veía con malos ojos.

Viniendo de una familia conservadora como la mía me veía obligado a ignorar el futuro disgusto que tendrían mis allegados. Cuando estos supieran que volvía (otra vez) a prometerme con el riesgo correspondiente de posibilidades de plantarlo todo poco antes de empezar la boda. Todo el mundo parecia emocionado con la noticia.

Mientras que a
Pelayo le preocupaban cosas como quien pagaría esa boda, mi cerebro iba mas allá. Planteandose el porque tanta dificultad en decir No. Ya lo había echo en un pasado no suficientemente lejano, y los cadaveres emocionales de ese turbio asunto justo ahora empezaban a cicatrizar.

Sentado frente a mi terapeuta me di cuenta de que mis argumentos no se sostenían por ninguna parte. Cuando este me pregunto que pensaba hacer con mi vida cuando dos abandonos a pie de altar constaran en mi currículo emocional;

-¿De que me va a servir tener un chaleco de Chinchilla si no tengo una tropa de groupies dispuestos a admirar y aplaudir todo lo que yo haga?

-En una ciudad como Barcelona es fácil encontrar gente impresionable y voluble. Personas dispuestas a seguir a cualquiera que les prometa una vida social sin freno.

-Pero a esa vida solo se puede llegar subiéndose a un tren. Y no un tren cualquiera. Uno que conduce a una vida maravillosa y llena de gente dispuesta a todo. ¿Y cual es el precio de ese billete?

-Es una pregunta retorica supongo.

-El precio de ese billete es que ese tren solo pasa una vez en la vida y tienes que decidir si quieres subirte a él en ese mismo momento. De no hacerlo tienes que ser consciente de que puedes quedarte en esa estación durante el resto de tu vida.

No me atraía mucho la idea de ser un vagabundo emocional. Pero la realidad contemporánea que me rodeaba no me lo ponía nada fácil. Una realidad asombrosa en toda su plenitud. Gente que aparentemente estaban asignados al vacio social y se convertían sin razón alguna en celebridades locales dispuestas a cualquier cosa por tal de no abandonar su podio de fama urbana.
Curiosamente mi vida siempre se encontraba al otro lado del espejo. Como si de un caleidoscopio se tratara podías ver como los diferentes prismas formaban parte de la misma lente. Así vivía yo de manera constante, en una contradicción constante que ya se había consolidado con una personalidad; la mía.

No podía permitirme el lujo de perder el tiempo. Tenia que dejarle claro a Gustavo que estaba bien con él pero que no quería prometerme y mucho menos morir a su lado. Gustavo y yo éramos totalmente opuestos y para mas inri tenia que ver como desde que salía conmigo todo el mundo le quería tener en facebook.

En mi Yo mas absurdo me sentía solo su mecenas. En 24 años nadie le había echo caso y desde que se paseaba de mi mano por Diagonal le llovían las ofertas para ir a cumpleaños donde a mi hacía tiempo que no se me invitaba. Paradójicamente cuando nadie sabía quien era y yo le había expulsado de la calle Wellington. Pobre de mí ignoraba que le acabaría odiando por algo tan primitivo como la envidia. No podía soportar la idea de casarme con alguien que pudiera llegar más lejos por ser simplemente más accesible que yo.


Sentados en Sandwich&Friends nos encontrábamos Ricochet Pelayo y yo. Ignorando que lo peor estaba aún por llegar. Aunque el verdadero ignorante era yo. Lo único que Gustavo había echo estando a mi lado era seguir mis consejos y ponerse la ropa que le había comprado.


Un chico guapo y atractivo que con solo hacerse las cejas nos había cautivado (a todos) el corazón. Las miradas de la gente que normalmente nos saludaba y se marchaba sin más, se habían convertido en pesadas conversaciones que no llegaban a ninguna parte. Cuando se marchó alguien que en 5 años no me había dicho mas que Hola

-Este gilipollas no nos ha hablado en la vida y ahora me pregunta que tal va mi proyecto de estilismo.
-Imagino que no ha venido precisamente a ver que tal nos va la vida.
-Gustavo es nuestro no suyo. Aún espero que me pida perdón por llevar la misma chaqueta que yo y ahora viene a hablarme como si tal cosa.
-El gen Mexico D.F tenía que salir por alguna parte. Y creo que hoy te ha tocado a ti. Algo así solo podía pasar en Europa. En mi país cuando una persona recicla a otra es amistosa.
-Pues ya ves que aquí se considera caridad urbana social.
-Mi madre lo hizo con mi padre. Ella era una turista rica en Barcelona, él un pobre oficinista. Se enamoraron y ahora mi papá lleva la empresa familiar.
-Pasando por alto los líos de faldas de tu familia me gustaría dejar de hablar de mi chico como si fuera un objeto.
-Pues serás el primero que lo haga en toda Barcelona. Me consta perfectamente que tu popularidad está estable desde que la gente conoce vuestro romance
-Me gustaría pensar que no contaste nada. Solo es una presunta información teniendo en cuenta que no la hemos hecho pública.
-¿De verdad te crees que no lo iba a contar? Estamos hablando de Ricochet.
-Ya lo se Pelayo, pero quiero creer que no ha magnificado la historia. Es algo tan simple como que el chico con el que salgo me ha pedido que me case con él.
-Pero tú eres TH. Sinónimo de miedo al compromiso y solo fiel a la tarjeta de crédito en todos sus usos conocidos.
-Maldigo que en este país no me pueda casar con una papelina de Crack.

¿No has pensado en decirle a Gustavo que no quieres casarte con él?
-Si lo hago será evidente que no le quiero. Que me dejé llevar por un único motivo. Mi felicidad.
-¿Y que tiene eso de malo?
-El egoísmo no es ninguna novedad en mí. Pero siento como si fuera la resignación cristiana la única que entrara en mi casa después de decir si quiero.
-Asumiendo que sea por egoísmo. ¿Prefieres cortar ahora o cuando él te hable de adopción?
-Tengo claro que nunca mas va a volver la oportunidad de hacer las cosas bien echas. Si no lo hago ahora ya no lo hare nunca y me veré obligado a vivir con alguien a quien no quiero.
-Entonces no lo dudes. Cuentas con nuestra bendición y respaldo posterior a la ruptura.

Sin más me vi en una espiral de destrucción masiva. Como en un ring donde dos pesos pesados iban a pelear vida a muerte. A un lado del ring mi felicidad. Al otro mi relación como chico decente al lado de
Gustavo.

Era un Placer Versus Estabilidad que no podía acabar peor. Aunque aún sin saber porque la suerte estuvo de mi lado y
Gustavo hizo algo que me sirvió como Leitmotiv para echarle de mi vida.





1 comentario:

Thiago dijo...

Cari, es que no voy a seguir con el mismo blog de siempre, no? Ahora soy otro Thiago, casi cuatro años mayor que aquel que empezó en Chueca. Como no voy a cambiar?


Bezos.