56. Rehabilitación Rosada.


A menudo se evita de manera descarada. Pero sentirse culpable por mirar atrás es mas humano de lo que las leyendas urbanas nos han hecho creer.
Para un ex adicto al rosa como yo fue difícil afrontar según que partes después de salir de dicha rehabilitación. Tantas veces en las que uno mismo piensa en tirar la toalla. Otras en las que una repentina dignidad despierta y quiere transformarte de nuevo en ese ente prepotente que eras ayer, y que tan solo hicieron que te quedaras.

¿Malas amistades? ¿Espacio tiempo no resuelto? ¿O soledad ante la cuesta arriba que resultaba empezar de 0?

Fuera lo que fuera si una cosa quedaba clara es que muchas veces no todo el mundo perdona rápido. El rencor cubre con su manto la negación externa de ayuda emocional que a menudo se necesita.

Barcelona no siempre era sinónimo de nuevas oportunidades. Y pronto vi en primera persona que andar lejos de
Ricochet tenia sus propias consecuencias. Era un día cualquiera de otoño y de repente en el escaparate de Replay la cazadora de mi vida me miraba desafiante. Mi cara se vio reflejada en ese cristal que me separaba de la felicidad material más absoluta. Una cazadora echa de esperanza y ganas de empezar de nuevo. Pero al mismo tiempo ese cristal me hizo volver a un pasado del que pretendía escapar.

La cara de
Gustavo reflejada en el escaparate me hizo volver a la realidad. Mi ruptura con él aun estaba en boca de la gente más pesada pero ya no en mi mente y mucho menos en mi nuevo Lifestyle. Al girarme lentamente vi de frente al que hasta hacia poco menos de un mes tenía que morir a mi lado.
Ahora convertido en enemigo
Gustavo me miraba en tono desafiante. No quise discutir, no delante de mi nueva cazadora, así que para ganar tiempo hice ver que no quería saludarle y entre en la tienda.

Su furia fue mas rápida que mi ansia por poseer esa cazadora, y cogiéndome fuerte del brazo me dijo mascullando;

-¿Esa cazadora puede esperar no crees?
-Mi cazadora querrás decir.
-Como siempre adelantando las cosas para uso propio.
-Créeme que me encanta tú conversación pero tengo cosas mejores que hacer que pararme a discutir contigo.
- Que irónico. Como siempre tú y tu miedo al compromiso.
-Si me permites entrare en busca de algo que si me dará felicidad.

Y me metí rápidamente en Replay a la espera de que el no me siguiera. Pero como buen alborotador que se precie el entró detrás de mi, siguiendo con su charla cada vez mas incomoda para mi.

-¿Porque te lamentas de que se te conozca como un mal educado si lo eres?
-Prefiero pensar que soy selectivo nada más.
-Como siempre lavándote la conciencia…
-Querer es poder Gustavo.
-A mi no me trates como a uno de tus secuaces.
-Pues entonces deja de seguirme como uno de mis fans.
-Aún no entiendo como pudimos salir juntos.
-Ni yo como deje que se me viera pasear contigo en público.
-¿Pero es que nunca te vas a dar cuenta?
-Prefiero reflexionar en privado si no te importa.

Y allí metido en un probador tuve que escuchar como el que en su día fue mi prometido ahora descargaba toda su ira culpándome de todas sus desgracias pasadas presentes y futuras.

-Te crees importante porque estás rodeado de esa aura de color rosa, pero no te das cuenta de que vives en mitad de un montón de mierda que te impide ser tú mismo. Ahí tu te sientes protegido porque eres incapaz de ver las cosas como son. Porque eres cobarde y un estúpido engreído que se cree mejor que los demás porque tiene dinero y oportunidades que el resto de los mortales nos tenemos que ganar a pulso.


Mientras
Gustavo me estaba dando un sermón le pedí si amablemente me podía traer una talla más de una camiseta fabulosa que iría de muerte con mi nueva cazadora.
Gustavo fue a por una talla más pero sin dejar de culparme por todo. Mientras delante del espejo no podía evitar que unas lágrimas resbalaran al ritmo de Pussycat Dolls.
Me sequé los ojos y con rabia contenida respirando hondo salí a dar la cara. Él en cambio había activado el ON y ya no podía dejar de decirme todo aquello que tenía encerrado dentro de su subconsciente

-Por lo menos podrías disculparte. Podrías disculparte por no ser perfecto.
-¡Eso es mentira!
-Y una mierda Toni! Tú y yo teníamos planes pero sin darme ninguna explicación me echaste de tu vida solo porque yo no te daba la razón en todo y porque no quería pertenecer a esa elite estúpida que tú necesitas para vivir. Pero te diré algo hay gente que solo va contigo para que se le abran ciertas puertas pero que les da absolutamente igual lo que a ti te pase.
-¿Puedes traerme una talla menos?
-¡Espérate porque aun no he acabado!
-Pero es que alguien se la puede llevar…
-Quedaran otras…
-¡Esto no es Zara aquí no hay de todas las tallas.
-¡Ves a lo que me refiero! Cuando das tu amistad a alguien es porque le respetas y no le haces firmar un contrato ni le obligas a que se sienta orgulloso como si acabara de comprar una amistad de millones de euros.
-¿Has acabado ya?
-Si…
-Pues ahora déjame hablar a mí. ¡Has perdido la oportunidad de tu vida de volver a hablarte conmigo porque ese desgraciado se esta llevando mi Cazadora y eso no te lo voy a perdonar nunca!

Hubiera sido infantil negar que las cosas se habían estropeado así que con esa excusa mala me fui de esa tienda donde mucha exclusividad pero dejaban entrar a cualquier muerto de hambre.


56.2 Rehabilitación Rosada (Parte II)

Y al fin llega un momento en la vida de los chicos de color de rosa en los que las personas grises quieren mediar. Mediar no es fácil y mucho menos en gamas cromáticas opuestas. Como si de enemigos improvisados se tratase ambos lados necesitan una cosa del otro. Y para eso la psicología invertida es la herramienta mas utilizada.
A pesar de saber como conseguirlo, un modus operandi previo se transforma en algo fabuloso para unos y abominable para los otros. En plena década del siglo XXI aún resulta tedioso dialogar. Y resulta inevitable que pongamos el Yo automático mientras negociamos condiciones y clausulas emocionales. Después de la ruptura final con
Gustavo en los vestidores de Replay sentí la necesidad de hacer las cosas bien.
Mi terapeuta había sido claro. No podíamos correr el riesgo de caer en el ‘’ ¿Y si?’’ porque eso era entorpecer el proceso vital de las rupturas y porque no decirlo también sería considerado como caer Muy bajo.

El otoño llegaba paulatinamente a la ciudad. Una bofetada de viento gélido me despertó de mis fantasías veraniegas. Pronto podría decir que el malo de la historia era yo en todas las letras. Con una camisa larga hasta casi las rodillas con mi speedy monogram lleno de buenos propósitos colgando del brazo y una actitud grunge me encontraba yo, cuando por meridiana vi bajar una cara muy conocida para mí.
Entre una multitud de niños con el uniforme del Liceo Francés bajaba
Gustavo cogido de la mano de un chico que no supe reconocer. Normalmente hubiese sentido lastima por esos niños que van cargados con mochilas a ver el museo egipcio, con sus cerebros llenos de conocimientos inútiles para sus futuros semi inmediatos, pero la presencia constante de Gustavo por todas partes me hizo sentir ansiedad.

Por suerte para mi iba perfectamente peinado y sin restos de excesos en el rostro. Mis ojos vidriosos se clavaron en el acompañante de mi ex prometido. Y aunque la indiferencia suele ser el mejor complemento me mostré exageradamente hostil hacia ellos dándoles un empujón casual.
Cuando el ‘’otro’’ le gritaba a
Gustavo si este no pensaba hacer nada las lagrimas acudían a mi en forma de reprimenda personal.


Reconozco que el me importaba mas bien poco, pero ver que mi lugar lo ocupaba una persona sin un ápice de calidad me encendía por momentos. Por un momento pensé que la culpa era mía y que tal vez la gente merecía evolucionar al margen de que a mi me gustara o no. Pero el daño ya estaba hecho y yo ya les había odiado con mi mirada de enfermo mental. Por suerte esa semana cuando mi terapeuta me pregunto que pensaba del asunto pude explayarme imaginado a
Gustavo llegando a su casa y diciéndole a su madre.

-¿Sabes quien ha montado el numerito hoy en la calle?
-¿Quien hijo?
-Pues quien va a ser mama, Antoni como siempre.
-¿Aun sigue vivo? Hace mucho que no sabíamos de él.
-Seguro que lo han internado porque esta como un cencerro.
-No digas eso que Antoni es un chico muy majo.
-Pues será contigo porque a nosotros nos ha empujado
-Entiéndelo hombre le debe costar asimilar que cortasteis.
-Pues que lo asuma ya porque yo no tengo porque aguantarle esas gilipolleces.

Mientras en la otra punta de la ciudad lejos de esa casa mugrienta donde se cena lo que sobro del almuerzo yo estaba contándole a mi terapeuta todo lo sucedido.

-Yo andaba normal por la calle y ellos han venido a provocarme
-La Meridiana es publica Antoni.
-¿Lo duda? Gustavo es capaz de eso y mucho mas.
-Tampoco te quedas corto a veces.
-Que mal rato deben haber pasado al encontrarme cara a cara además iba con un chico con una pinta de Nerd.
-Solo por su aspecto no podemos saber si alguien es inteligente.
-Míreme a mí. He leído algún Vogue con mas páginas que cualquier libro de Cioran.
-Grandes metáforas las tuyas…
-Si le soy sincero me alegro de que él ya esté con otro. Pero me inquieta esto de encontrármelo en cualquier parte de la ciudad.
-La promiscuidad nunca es una solución. Y si él ya está con otro esto te sitúa a ti en el punto de partida.
-Gustavo ha sido un gilipollas conmigo.
-Mas bien la victima de este drama es él ¿no crees?
-Entienda que aún estoy en la fase de asimilación.
-Lo que no acabo de entender es porque has llorado.
-Será el frio invernal, vaya usted a saber.
-Antoni solo estamos a finales de Septiembre.
-¿Se ha dado cuenta de que ya no hace ese calor asfixiante de Agosto?
-Me he dado cuenta de que si nos paramos a hablar del tiempo iremos a ritmo de terapia de 2 años mas.
-Entienda que hago lo que puedo.
-Ya es mucho viniendo de ti. ¿no crees que alargas cualquier drama para tener algo a lo que agarrarte?
-Usted ya conoce a mi histrionismo. Las historias dramáticas son lo único que me queda. Lo único para lo que vivo.
-Pues intenta encontrar dramas nuevos, porque ya no te estoy pidiendo un bis precisamente…
-A menudo tengo la sensación de que estoy perdiendo el tiempo.
-¿Como te has dado cuenta de ello?
-Hablando con usted.

Y me fui dejando allí un terapeuta que aunque tenía más razón que un santo nunca reconocería que sin mis dramas yo me volvería alguien un tanto insignificante.

1 comentario:

Thiago dijo...

hala, otro cambio de look, del blog y de ti mismo, te ha puesto el pelo a lo Kortajarena, no? así con tupé, jaj

Bezos