33. Excrementos veraniegos.


Sin saber porque, llega una mañana en la que me desperté y todo olía a verano. Levantarme no fue tan dificultoso como 5 meses antes. El sol entraba por la ventana, ese mismo sol que bañaría las calles durante los próximos 3 meses y que estaba bronceándome la cara, al mismo tiempo que aclarando uno o dos tonos mi color de pelo.

El terapeuta fue tajante. La felicidad es tan solo proporcional a las cosas que nos hacen bien. Entonces según esa teoría freudiana, mi felicidad era proporcional a las horas de sol que disfrutara de ahora en adelante.
Así que sin pensármelo mucho cogí mi toalla y me fui a la calle. Ya cruzaba la calle cuando escuche como mi abuela gritaba como una loca. Desde la ventana me exigía que volviera a hacerme la cama. Pero yo ya estaba por encima de todo eso. Era un nuevo Toni. Guapo, joven y mucho más veraniego. Esa cama (que pensaba usar poco) que la hiciera alguien que aun viviera sumido en sentimientos invernales.

Las calles lucían como solo lo pueden hacer esos 3 meses del año. Y yo estaba social como sospechosamente solo lo estoy durante esos mismos meses. Por suerte solo pasa una vez al año, porque prodigarse durante 365 días arruinaría mi bolsillo, y acabaría con el suicidio de mi terapeuta. Pero ahora lo que cuenta es vivir el presente y no pensar en el mañana. Y yo de eso se muchísimo.
Caminando en silencio no pude evitar sentirme culpable. ¿Pertenecer a una elite demasiado efímera era curarme en salud? No podía permitir que nada ni nadie estropearan un verano que aun no había sido desprecintado. La toalla seria mi única y mejor amiga. Pero paradójicamente, como en mi calle solo faltan rubias en bikini y palmeras para parecerse un poco mas a las de Los Ángeles, acabe olvidándome de lo que hasta hacia un segundo me amargaba, y acabe modelando y mirándome en los escaparates sonriendo como un bobo.

Aunque mi momento duro menos de los 5 minutos de rigurosa gloria. El típico ‘Yo-es-que-soy-mas-de-invierno’ interrumpió mi sesión de fotos imaginaria con un;

-¿A estás horas llegas a casa?
-¡Pero que dices! Si ahora me iba a la piscina.
-¿Tu? ¿A la piscina? ¿Ya sabes que es pública?
-Voy a la piscina, sí. Y voy entre otras cosas, para no ver gentuza como tu. Así que si no te importa ¡Quita de en medio!
-Pues si que debes estar mal para ir a la piscina…
-Cuando estoy mal me tomo un Stilnox10 y no molesto a los demás como tu. Y te informo que ya puedes ir contándole a todo el mundo, que me has visto con toalla al hombro y raqueta de tenis en mano.
-Tranquilo. No pasas precisamente desapercibido.

Cuando ese bobo se marchó, yo y mi toalla XXL con estampado de Cebra tuvimos una charla a solas. Como podían llegar a molestar esos gorrones emocionales. Chupaban la energía ajena. Y Vivian de sembrar dudas existenciales en gente superficial como yo. La toalla no dijo nada. Pero se perfectamente que me dio la razón. Que fue razón precisamente la que me faltó al llegar a la puerta de la piscina.

¡Estúpido de mí! Vivía ignorando que en las piscinas tuvieran seguridad. Un gorila albano kosovar con bermudas y Doctor Martins, mostró una falta aguda de tacto veraniego cuando me vetó la entrada -¡Alto!- A lo que yo hice caso omiso. –Alto he dicho ¿o es que estás sordo? Como no me gusta discutir cuando voy ebrio, muy educadamente intente explicarle. He de reconocer que por el pánico que sentía. Y es que juraría que ese gorila en cualquier momento podía pegarme un puñetazo si no respetaba las normas de la piscina.

-Con calzado de la calle aquí no entras ¿Entendido?
- No quiero ser atrevido, pero es que solo traigo este calzado, y perdone mi osadía, pero no creo que unas zapatillas Lacoste nuevas puedan dañar las instalaciones.
-¿Tu quieres entrar?
-Obviamente.
-Entonces fuera zapatillas.
-Pero yo…
-Con calzado de la calle aquí no se entra. ¿Entendido?

Y a pesar de que llevo el estilismo en la sangre, tuve que entrar con unas zapatillas de 170 euros en una bolsa de ‘Congelados Martín’ el precio a no discutir más con una mole humana del este. Y aunque mi dignidad estaba dentro de una bolsa de plástico preferí no tentar a la suerte, y ganarme un puñetazo. Por suerte, no todo es tan malo. En la zona de frontón (juego absurdo que nunca he acabado de entender) estaba mi chico de verano. Por miedo a un pelotazo opte por ir a la zona ajardinada. Tendí mi toalla, encendí mi iPod, y busque una buena BSO para esa mañana de esplendor veraniego.
El sol brillaba con toda su fuerza. Y a ritmo de Summer night city de ABBA, disfrutaba yo de un Calipo Limón. Sin sospechar que cerca de mi, alguien iba a estropear en breve mi mañana de lujuria veraniega.

A pesar de subir el volumen de mi iPod, un enjambre de señoras escandalosas impedía que me concentrara. Y fue al incorporarme cuando; ¡Mierda! Y nunca mejor dicho. Esas señoras tan grotescas a la par que bronceadas, se reían de mi. Bueno. Mejor dicho de una niña de no más de 4 años que de manera inocente acababa de defecar en el césped, justo al lado y casi encima de mi toalla. Justo fue aumentar mi ofendimiento, que crecían las risas de esas marujas estúpidas.

Tanta risa por una niña que no controla sus esfínteres. Que publico tan poco exigente. Pero ya era el colmo. Esa niña había despertado en mí la ira hacia el buen tiempo. A partir de ese momento renegaba de todo lo que tuviera que ver con Junio Julio y Agosto. De camino a la puerta, mi chico de verano vino a invitarme a un helado, pero en ese momento lo ultimo en lo que podía pensar, era en disfrutar del buen tiempo.

Volviendo a casa, y a pesar del sol que lucia en lo alto, todo me parecía muy feo. Las lágrimas distorsionaban los colores, y todo se parecía poco al amarillo, más bien al color mierda. La misma que salía del culo de esa niña inútil. Ni pude ni quise evitarlo. Tiré la toalla a un contenedor. Eso me pasaba por confiar en una estúpida toalla como mejor amiga. Sin pensarlo me metí en casa y cerré las persianas a la espera de que llegara la noche. Esa niña me obligaría a ser un ser nocturno, pero la noche seria mi nueva mejor amiga. Al menos cuando me gusta salir de noche, no tengo el riesgo añadido de encontrarme con menores. Y es que cuando salgo a divertirme los niños que no controlan sus esfínteres hace ya muchas horas que están durmiendo.

3 comentarios:

Thiago dijo...

Estás en el MSN?

Thiago dijo...

No sé nada de ti, no sé como es tu vida ahora, no se que vida llevas, no se si sigues con la misma peña, o si sigues con las mismas "cosas", no se si estas bien, no se si curras, no se si sigues siendo amigo de lucy, no se si te acuerdas de mi de vez en cuando, no se si eres feliz, no se si tienes novio, no se si duermes bien por las noches, no se si te gusta Katty perry, no se donde vas a pasar el verano... nada

yosigoaquiytunoapareces
jajajaja

Pueblerino Cool dijo...

Jajaja, pobre niña, se le fue el traque... Hombre, si te pones a pensarlo, es una situación graciosa. Llámame poco exigente...

Ya se sabe, el que se acuesta con niños, meado se levanta. Pues más o menos.

No dejes que la mierda de una niña estropee tu verano.

¡Un besote!

PD: Los porteros no entienden de estilismos, ni de explicaciones.