58. Despedida paulatinamente unilateral.



Era un día climatológicamente neutro donde nada sorprendente podía cruzarse en mi camino. A pesar de que Barcelona es monótona y previsible tiene la capacidad de hacerte sentir ciudadano pleno a partir del Miércoles al mediodía hasta el Domingo a altas horas de la madrugada cuando terminando la semana te sientes satisfecho de vivir en esta y no en otra capital Europea.

Vivir al margen de todo credo conocido era espontáneamente complicado. Ya eran muchos los que habían marchado en busca de una estabilidad, y parecía que ahora era mi turno aunque no supiera (aún) cual era mi papel en la sociedad.
Aquí no valían terapeutas que arreglaban problemas, o barbitúricos de emergencia en el fondo de todos los bolsos. Así que en busca de una nueva vida, salí a la calle siendo natural. Sin dar importancia a como iba peinado y desde hacía mucho tiempo dejando la PDA en casa.

Si algo malo tenia vivir en el soho de cualquier ciudad era el ser totalmente incompatible con empezar de 0. Todo me recordaba los días de sol a sol cuando solo tenía en mente divertirme. Cuando todo era tan fácil como no pensar en nada que no pudiera comprarse con dinero. Pero por alguna razón aún desconocida me encontraba solo con una sensación amarga en el subconsciente. A decir verdad no faltó mucho para que esa sensación se materializara para convertirse en persona.

Lo malo de vivir dominado por corrientes urbanas es que llegas a los 20 años y aún te cuesta fijar residencia y si encima la Diagonal cruza cualquier nuevo destino IN para vivir resulta inevitable cruzarse con el dueño y señor de la parte alta de esta.

Ricochet bajaba por la Diagonal en dirección al edificio IBM cuando me vi escondiéndome en las escaleras del Bankinter central. Una especie de pánico se apodero de mi haciéndome sentir torpe y ridículo. Mi cuerpo paralizado era presa de los nervios y Ricochet ajeno a todo pudo pasar de lejos pero me vi en la obligación moral de llamarle.

Su cara de sorpresa hizo que en los 3 minutos que el semáforo estuvo en rojo a mi se me hicieran eternos. Sin dar importancia a que le había echado de mí vida de manera unilateral vino hacia mi con cara de enfado y me dijo.

-¿Se puede saber donde has estado estas ultimas semanas? ¿Que haces en mitad de la Diagonal? ¿Sentado en las escaleras de un banco, es que aún no te has ido a dormir?
-¡Cállate!
-¿Te encuentras bien?
-Cállate un momento, y escúchame.
-Te he llamado un montón de veces pero siempre desconectado, no respondes a mis mails, y nadie sabia absolutamente nada de ti.
-¿Te callaras?
-Si, claro.
-Muchas gracias.
No estoy en mi mejor momento y por eso he tenido el teléfono apagado.
-No mientas. Tú estás enfadado conmigo.
-Tal vez.
-¿Y crees que es mejor tener el teléfono apagado que hablar conmigo de lo que te haya pasado?
-Es mi manera de tratar los conflictos que me rodean.
-Quiero que te quede claro que siempre que me necesites en la medida que pueda estaré a tu lado.
-Pero ese es el problema Ricochet. Que tú solo puedes ayudarme económicamente y ese no es el tipo de ayuda que necesito.
-¿Pretendes entonces que te persiga?
-No entiendo que quieres decir.
-Joder Antoni, eres lo mas parecido a un libro cerrado. No se nunca como te sientes, y si tengo que guiarme por tus brotes psicóticos…
-Déjalo. Tampoco te estoy pidiendo nada.
-Pero se que lo necesitas.
-Cuéntame que tal han ido estas semanas sin mí.
-Pues precisamente te he llamado para invitarte al cumpleaños de Ricochet JR.
-No hace falta decir más entonces. Ya nos llamaremos y concretamos.
Espero que antes podamos hablar. Ya te llamare antes.


Alejándose Diagonal abajo no pude evitar sentirme idiota. Yo quería echarle de mi vida y él me invitaba a un ridículo cumpleaños perruno.
Aunque teniendo esas conversaciones en el soho de Barcelona no pude evitar preguntarme de que hablarían en la periferia. Levantándome de las escaleras de Bankinter tuve la excusa perfecta para ir a comprar un pullover digno de mi mismo.

Con un pullover nuevo con un perrito bordado en el pecho me planté en el edificio de Ricochet. Una estructura solida pero de apariencia fragil que solo los pájaros sabían lo alta que llegaba a ser. Levantada en cristal por los cuatro costados. Con un portero ya conocido que me abrió la puerta con una sonrisa automática.

Subiendo en el ascensor me sentí privilegiado. Aunque Ricochet JR solo era un Fox terrier consentido, no todo el mundo terminaba el otoño asistiendo a una Pet Party. Por suerte yo sabia indignarme en mi interior, y el haber estudiado en buenas escuelas me permitía tener una educación exquisita.

Ya en la fiesta me di cuenta de que ese estúpido perro cumpliera años o no era tan solo una excusa para que Ricochet y yo nos quedáramos a solas. Toda una planta del edificio para arreglar una situación que al parecer solo veía yo.

Comiendo tarta empecé a sentir que la gente cool me escondía que ya no formaba parte de ellos. Ricochet en cambio se permitía salir a la calle con un perro disfrazado de Barbarella porque sabía que sus vecinos solo le criticarían a su espalda.
En mi caso salir de un entorno tan conservador era sinónimo de vivir una homosexualidad de segunda. Como si yo solo fuera un chico del montón de los chicos que no lo son. Intentando arreglar los estragos de un verano que ya duraba demasiado saque la polvorera y justo entonces vi en ese espejo diminuto como una lágrima caía por mi mejilla.

¿A donde habían ido todas esas amistades de Biblioteca? Todas esas personas que habrían echo de mi una persona con valores fundamentalistas. Resultaba cínico preguntármelo a mi mismo, era de terrible mal gusto usar la retorica para algo tan fácil. Esas amistades vulgares y corrientes habían muerto porque nunca les presté la atención que merecían. Como si fueran unas plantas que nadie riega y que una mañana encuentras secas expuestas a una muerte ya anunciada.

La fiesta transcurrió. Mi negativa a hablar de cómo me sentía me hizo salir de ese edificio como si fuera una caja de cristal que se negaba a protegerme un solo día más.
En busca de un taxi que me llevara lejos del mundanal ruido incompatible con mi crisis existencial. Cuando de repente unos gritos ajenos a mis demonios interiores me despertaron.

El tranvía había arrojado a una mujer. Que insensatez morir arrollado en mitad de la tarde. Justo delante de todas esas personas que emitirían juicios gratuitos hacia algo que ni la mujer o el conductor sabrían explicarse a si mismos.

¿Qué sentido tenia que comparara amistades con botánica si de repente podíamos morir atropellados por un vulgar tranvía?

Esa mujer había sido salvada de milagro. Quien sabe si por que Dios lo quiso así o porque el tranvía no va a gran velocidad, pero ella había echo un intento de sacrificio metropolitano. Y eso me hizo sentir aún mas incomodo con Barcelona. Una ciudad en la que planea la tristeza la muerte o las crisis existenciales en cualquier rincón.



1 comentario:

TN&MR! dijo...

Antoni...
Como acabo de hablar contigo por MSN sobre esta entrada poco más tengo que decir.
Bueno, solo una cosa que llevo dias pensando, pero es simplemente una opinión personal.
Pese a que me contradiga, no postees de forma tan continuada! No es por nada, tus capítulos siguen pareciendome tan maravillosos como al principio, pero antes lo leía como con más... "ansia", por decirlo de alguna manera jaja
Como ya sabes, llegó un momento en que de pasar a postear cada 3 semanas o postear cada dos o tres días, me colapsé y perdí el hilo.
Aunque bueno, la regularidad de tus entradas es lo que menos importa.
Ahora estoy con la intriga de saber como acaba la historia con Ricochet, que pese a conocer vuestra actual relación no sabía de estos altibajos.
Por mera curiosidad, ya que no lo nombras; acudiste a la Pet Party sin ningún regalo para Ricochet JR? Que fuerte me parece!
Bueno, marcho ya, como fiel lector de tu blog ya he cumplido.
Ahora le toca comentar a tu otro lector y propietario del blog! Pero yo ya te demostré mi lealtad (:
"Burberry" kisses.
That's hot!